El monje que está dando al mundo qué hablar
La semana pasada suscitó notoriedad la figura del Dalai Lama, tras el escándalo producido luego de que besara a un niño en la boca en una ceremonia litúrgica. El video se hizo viral y generó una gran repercusión y rechazo, pero ¿Quién es este líder espiritual tan renombrado en verdad? En este artículo, exploraremos la historia y orígenes de la figura del Dalai Lama.
Él es la cabeza espiritual y líder de las filosofías budistas tibetanas. Para comprender la figura del Dalai Lama tenemos que adentrarnos un poco en su trasfondo religioso. Existen muchos tipos de Budismo en el mundo, así como casi toda religión tiene muchas vertientes con prácticas que las diferencian, entre ellas existen tradiciones más arcaicas y conservadoras, y doctrinas que se han fusionado con las influencias de otros países y dado forma a nuevas versiones de la filosofía, así como la que representa este renombrado monje.
El Budismo nace alrededor del siglo V a.c en la India, de la mano del maestro Siddharta Gautama (también llamado Buda). Y, desde su origen, se fue dispersando alrededor del mundo asiático, donde fue absorbiendo elementos culturales y propios de las tradiciones locales, enriqueciéndose y creando nuevas escuelas de pensamiento dentro del mismo Budismo. Esta es una religión que ha sabido renovarse y expandir sus cánones, y como consecuencia, hoy por hoy, existe una gran variedad de doctrinas Budistas, así como el Budismo devocional, el tradicional Theravada, el Zen o el Tibetano (el cual será el tema central del artículo).
El Budismo llega al Tibet alrededor del siglo VII BC, donde fusionó sus doctrinas clásicas con la mística tradición Bon (religión folklórica del TIbet). La característica principal del Bon es el esoterismo, los rituales mágicos y una gran devoción hacia figuras (llamadas Bodhisattvas) que representan valores religiosos o providenciales- similares a los santos de las religiones abrahámicas. Esto dio lugar a una renovación y al nacimiento del Budismo tibetano, el cual agrega a la filosofía Budista de la India los aspectos místicos de la cultura local. Hoy, esta escuela ha sido divulgada por todo el mundo y tiene millones de practicantes a nivel global, más de 20.000.000.
El Dalai Lama es el jefe espiritual de este tipo de Budismo, pero no de la misma forma que un Papa, por ejemplo. Se cree que este es la reencarnación de un Bodhisattva (las ya mencionadas figuras de devoción), llamado Avalokiteshvara, que representa la compasión infinita. Esto significa que, cada vez que muere un Dalai Lama (cargo que es vitalicio), un grupo de monjes y sabios tratan de reencontrar la nueva forma humana de esta deidad. Esto se logra sometiendo a pruebas y rituales a los posibles candidatos, para poder determinar su reencarnación y que vuelva a retomar su cargo. Por así decirlo y simplificarlo, sería la misma conciencia dentro de distintas encarnaciones. Tradicionalmente, los Dalai Lama, además de ser líderes espirituales de esta vertiente religiosa, solían ser jefes del estado Tibetano, lo cual ha cambiado desde la invasión China al Tibet.
El actual Dalai Lama es Tenzin Gyatso, y es el decimocuarto del linaje (el cual comenzó antes del año 1400). Nació en el Tibet bajo el nombre de Lhamo Dhondup, en el año 1935 en un área rural, en el seno de una familia campestre. A los 5 años ya fue llevado al gran monasterio de Potala, donde comenzó su preparación como líder espiritual, religioso y político, ya que rápidamente fue reconocido como la reencarnación de su predecesor. El nombre Tenzin Gyatso significa “océano de buena fortuna”.
A la temprana edad de 15 años, asumió la totalidad del poder político del Tíbet, coincidiendo con la invasión de la China comunista a esta región. Por más que se intentó llegar a un acuerdo pacífico, pronto fue visto como una amenaza para la soberanía religiosa y política que China esperaba imponer en la comunidad. Por ende, se vio obligado a exiliarse en India en 1959, en un peligroso periplo en el cual cruzó, junto a un grupo de monjes que lo apoyaban, la cordillera del Himalaya a pie. Allí comenzó una etapa donde ejerció su labor político desde el destierro, incluso promulgando en 1963 una constitución basada en los derechos humanos y valores éticos Budistas. La dinastía religiosa del Budismo en el Tibet se remonta al siglo XVII. Sin embargo, en 2011, decidió abdicar a su rol político para simplemente difundir su religión, muchas veces trascendiendo esto y simplemente buscando instaurar la unidad humana y la justicia social. También cabe aclarar que, a su vez, dejando de lado su papel político en el Tibet, promovió la democratización del estado, aún luchando por ella, dejando de lado la tradicional teocracia que había regido desde hacía siglos.
Desde entonces, el Dalai Lama ha dedicado su tiempo abogando y trabajando por la paz mundial. De hecho, en 1989 le fue otorgado el premio Nobel de la paz, entre una gran lista de galardones en reconocimiento por su labor humanista. Su meta principal va más allá de los valores religiosos, sino que apunta al enriquecimiento de la experiencia humana en sí, mediante la compasión y amor al prójimo. Es un personaje que siempre se muestra sonriente y con una actitud jocosa, pero a su vez, es un gran académico que ha escrito todo tipo de textos (desde libros orientados al público general, donde simplemente imparte valores universales, hasta complejos y técnicos manuales filosóficos). Las temáticas que suele tratar más intensamente en su doctrina son la no-violencia, los derechos humanos- particularmente de la mujer- y la relación de la religión con la ciencia.
Es por esto, que una figura con semejante bagaje histórico promoviendo valores éticos, morales y religiosos, no puede ser juzgado por un evento sacado de contexto y aislado como el del niño, que tanta notoriedad cobró. Sin lugar a dudas, no fue un escenario de abuso, sino una mala interpretación de un acto de confraternidad de parte del Dalai Lama hacia el joven. A pesar de todo, envió un mensaje de disculpas para todos aquellos que encontraron este acto como desubicado, asumiendo las responsabilidad por haber cometido un acto fuera de lugar para muchos.