Florencio Roque Fernández nació en Monteros, Tucumán en 1935 y murió en 1968. Las crónicas dan cuenta que, de chico, ya presentaba desórdenes de comportamiento y problemas mentales, aunque también aseguran que parecía inofensivo. Fue diagnosticado con psicopatía desde muy chico pero nunca fue tratado. Durante su adolescencia, él junto a sus hermanos, caminaban por el pueblo y si veían casas vacías, irrumpían y se llevaban cosas.
Su apodo era “El Vampiro de la Ventana” por su modus operandi que era el acecho de sus víctimas (por lo general mujeres) y, en las noches de verano o primavera, entrar a sus casas por la ventana (ya que se encontraban abiertas por las altas temperaturas) y, mientras dormían, las golpeaba con un martillo y les mordía el cuerpo, y en ocasiones, la mordida llegaba a la tráquea y la carótida para que luego mueran desangradas. Fernández no conocía la novela “Drácula” de Bram Sotcker pero si vio la película protagonizada por Bela Lugosi.
Las historias coinciden en que fue capturado cuando estaba por concretar su crimen número dieciséis, el 14 de febrero de 1960 y cuando fue sorprendido por los policías, el Vampiro no opuso resistencia. También aseguran que fue juzgado y declarado inimputable, por lo que fue internado en un instituto psiquiátrico, donde vivió ocho años hasta que murió en 1968.
La información sobre este asesino es escasa. Hay personas que afirman que aquel hombre existió pero no tenía una identidad asesina y por otra parte, “el vampiro de la ventana” es solamente una leyenda urbana.