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El domingo pasado, el presidente Javier  Milei a través de su cuenta en X cuestiono al niño de 12 años, Ian  Moche, activista por el autismo, acusándolo de ser “ultrakirchnerista” y parte de una “operación política” contra su gobierno. 

Ayer, la familia Moche presentó una denuncia formal y la reacción fue inmediata: asociaciones vinculadas al TEA y figuras políticas calificaron la acción como una violación grave a los derechos del menor. 

Lo que pasó con Ian es abuso de poder, no libertad de expresión. No es una crítica, es humillación institucional, una vulneración del contrato social que exige responsabilidad y cuidado, no provocación y agresión gratuita.

Ian lo dejó claro: “No me siento kirchnerista ni de ningún partido, hablé con todos los presidentes que pude… lo que me importa es que me escuchen.” 

En segundos, Ian desmontó el relato del “niño K”, y dejó a Milei solo con su obra de teatro viral: un villano de Discovery Kids que decía ser el nuevo Mesías Libertario y solo logra acumular memes y discursos rabiosos. 

Pero el verdadero problema no es solo lo que Milei dijo, sino cómo y cuándo lo dijo. Porque esto no fue un error impulsivo: fue un movimiento del gobierno premeditado. No buscan convencerte de una postura política, ni obligarte a estar a favor o en contra. Lo que buscan es algo mucho más eficaz: decidir por vos de qué vas a hablar. Hacerte mirar una escena con tanta fuerza que no veas lo que sucede en el fondo.

No se trata de imponer una opinión, sino de monopolizar tu atención. En ese ruido, en esa ráfaga de indignación inmediata, no hay espacio para la complejidad. Y eso es lo que se busca: que el dolor de un niño tape el sufrimiento sistemático de cientos de miles. Que una frase insultante valga más que un recorte de millones.

Instalan el escándalo para que no mires el contexto. No importa si te indignás o si lo defendés: lo importante es que solo hables de eso. Que creas que ese es el centro del debate. 

¿Que es lo que de verdad esta en juego?

Mientras escribo esto, los jubilados se enfrentan a un Congreso completamente vallado y un operativo policial tan excesivo como innecesario, mientras que la diputada de LLA, Lilia Lemoine sale a provocar con su telefono como una quinceañera que busca atencion humillantemente. El reclamo de los jubilados es tan simple como triste e indignante, los estan dejando morir.

A esto se suma una crisis humanitaria silenciada: el Hospital Garrahan, uno de los centros pediátricos más importantes del país, alertó sobre un recorte en su presupuesto, lo que compromete tratamientos y atención infantil. ¿La respuesta del presidente? Volver a culpar al kirchnerismo.

Y en paralelo, el escándalo de la criptomoneda $LIBRA, impulsada y promocionada por el propio Milei. Aun así, el tema quedó fuera de la discusión pública nuevamente.

Tampoco se debate el decreto impulsado junto a Patricia Bullrich, que habilita a la Policía Federal a detener personas sin orden judicial y realizar vigilancia digital. 

Y como si eso fuera poco, el presidente apoyó públicamente bombardeos de Trump e Israel sobre Irán y declaró a este país “enemigo de Argentina” sin ningún aval parlamentario. 

El gobierno demuestra, además de su fanatismo por los K, una habilidad para manipular la agenda pública, pero la utiliza para desviar la atención de lo que realmente importa. 

Milei prometió dinamitarlo todo, y lo está cumpliendo: derechos, cuidados, pactos democráticos y hasta el mínimo respeto por un niño que solo pide ser escuchado. 

Dejó memes, pero también dejó a medio millón de personas sin pensión, a hospitales sin fondos y a los jubilados sin medicación. No es libertad, es abandono con filtros de TikTok. No es liderazgo, es crueldad programada. 

Si entendemos libertad por humillar al débil, por castigar al que necesita, por callar al que incomoda… entonces sí, la libertad avanza. Pero avanza por encima de los viejos y de los chicos, de los que duelen y no cotizan en bolsa.

Quien crea que eso es libertad o avance, no es más ni menos que un cómplice del cinismo de este gobierno o una pobre victima de una estrategia de marketing. 

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