Finalmente, anoche fue la tan esperada premiere mundial de “The Flash”, la nueva película de DC Studios, dirigida por Andrés “Andy” Muschietti. El evento organizado en la ciudad de Los Ángeles, estuvo marcado por algo imposible de obviar: el actor Ezra Miller reapareció públicamente tras meses de especulación por sus acusaciones e incidentes con la justicia. Desde la producción de la película anticiparon que el protagonista de esta nueva entrega del superhéroe no daría notas a ningún medio y será la única participación que tendrá en las acciones de prensa del film. Las redes rápidamente se hicieron eco de este “resurgimiento” y los cuestionamientos no tardaron en llegar. Tras al menos 2 años de incidentes y declaraciones sobre su salud mental, el actor reavivó el debate sobre la cancelación y las segundas oportunidades en Hollywood.
Los antecedentes son tantos que es necesario hacer un repaso por algunos de los más polémicos. En el 2020 Miller, quien era una de las grandes promesas de la industria, comenzó a ser noticia por un altercado en Islandia, donde tomó por el cuello a una mujer y la arrojó al piso. Si bien no se presentaron cargos, sería sólo el puntapié para una larga lista de incidentes. Luego fue acusado de dirigir una comuna con tintes sectarios y en 2022 fue arrestado en dos oportunidades en Hawaii por causar disturbios y agresiones. A su vez, en agosto del año pasado volvió a enfrentar cargos pero esta vez por allanamiento de morada en el estado de Vermont, Estados Unidos. Finalmente, ese mismo mes el actor publicó un comunicado reconociendo que estaba pasando por un momento complejo y habló respecto de su salud mental, asegurando que iniciaría un tratamiento para poder recuperarse. Ya para ese entonces, muchos fans pedían que fuera apartado de la producción por sus numerosos escándalos, los cuales también incluían sospechas de abuso y manipulación de menores. Cabe destacar que DC Studios se encuentra en plena restructuración de sus contenidos y en una suerte de relanzamiento de su multiverso cinematográfico, algo que genera mucha expectativa pero de alguna forma se vio empañado por los percances de Ezra Miller.
En momentos donde el MeToo y la cultura de cancelación están más vigentes que nunca, es preciso poner en primer plano que la línea entre “salvar” una producción audiovisual y limpiar la imagen de un famoso parece ser difusa o casi inexistente. Los contenidos generados en Hollywood son de los más consumidos y que una persona con tantas acusaciones y altercados probados pueda posar ante las cámaras y protagonizar una de las películas que podría ser de las más taquilleras del año, parece brindar un mensaje errado o por lo menos confuso.
La realidad es que famosos con problemas personales y con la justicia, no son novedad y la lista de nombres que se podría realizar para enumerarlos, es larga. Sin embargo, una pregunta que surge de forma casi inevitable es por qué algunos logran atravesar estos momentos y salir indemnes, no sólo en lo jurídico sino ante el ojo del público. Son momentos donde separar obra de artista pareciera fundamental pero más aún, replantear las bases del manejo de los medios y la impunidad de la fama. En esta línea, las segundas oportunidades ponen de manifiesto que esa disociación de actor y película, puede ser llevada a su máxima expresión con tal de salvaguardar una producción de millones de dólares. Algunos pueden redimirse y otros no, sólo dependerá del dedo juzgador de esta gran maquinaria amada e idolatrada llamada Hollywood.