El nuevo Papa tiene algo en común con la estrella que durante décadas desafió los límites de la moral católica. El cardenal Robert Prevost, elegido en mayo como Papa León XIV, comparte un lejano antepasado con Madonna. Así lo confirmó una investigación genealógica realizada por el historiador Jari C. Honora, en colaboración con el programa Finding Your Roots de la televisión pública estadounidense PBS.
El hallazgo sorprendió tanto al Vaticano como al mundo del espectáculo, ya que, el líder de la Iglesia Católica sería primo noveno de Madonna, la cantante que en los años 80 fue excomulgada por primera vez, tras el estreno de su videoclip Like A Prayer, que mostraba cruces en llamas, santos que lloraban sangre y una coreografía sexual y simbólica dentro de una iglesia.
El antepasado en común sería Louis Boucher de Grandpré, nacido en 1590 en la ciudad de Trois-Rivières, en la entonces Nueva Francia, conocida hoy como Canadá. A través de esa línea, el Papa también estaría emparentado con otras celebridades, como Justin Bieber, Angelina Jolie, Hillary Clinton, el escritor Jack Kerouac y hasta con el presidente canadiense Justin Trudeau. Pero fue el parentesco con la intérprete de Material Girl el que más llamó la atención, no solo por la notoriedad de la artista, sino por los históricos roces entre ella y el catolicismo.
León XIV, que nació en Estados Unidos pero tiene raíces francesas, haitianas, españolas, italianas y canadienses, representa la cara más diversa del papado actual. El informe de Honora indica que en su linaje hay al menos 17 antepasados afroamericanos y rastros de esclavitud, tanto desde el lado de personas esclavizadas como de antiguos propietarios.
Madonna, por su parte, creció en una familia católica en Michigan, teniendo un vínculo con la religión desde muy chica. A lo largo de su carrera cuestionó los dogmas y usó símbolos religiosos como parte de su estética provocadora y de su “marca artística”. Incluso, en entrevistas recientes, reconoció tener una espiritualidad activa y una conexión personal con lo divino, más allá de las instituciones.
En ese lazo remoto queda la evidencia de cómo, a veces, la historia familiar conecta a personas de mundos muy distintos. Esta vez fue la genética y no la polémica quién unió a la diva estadounidense con el Vaticano.