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El cinco de abril de este mes salió el documental “Amén, Francisco responde” en donde el líder de la Iglesia católica se reunió con diez jóvenes de diferentes edades para hablar sobre distintos temas de interés general, los cuales eran: pederastia en la iglesia, el aborto y demás.

 Lo que me llamó la atención sobre este documental fue la historia del joven español Juan Cuatrecasas, quien fue víctima de abusos por parte de un numerario, en el colegio Gaztelueta, del Opus Dei. Denunció lo ocurrido, pero este hombre nunca entró en prisión ni se privó de seguir dando clase. El padre de Juan allá por el 2014 le manda una carta al papa donde le comentaba dicha situación, a lo cual el representante de la iglesia católica les pedía que se comunicasen con la Congregación para la doctrina de la fe, pero desde allí escribieron al colegio del joven y les dijeron que "se iban a archivar las investigaciones y que había que reponer el buen nombre del profesor”

 Su testimonio me hizo reflexionar sobre cuántos casos hay que quedan sin resolver y por otro lado recordé los casos que hubo en nuestro país, que sí cumplieron condena, los cuales fueron los casos del padre Grassi y Provolo.

En el año 2002, una investigación periodística encabezada por Miriam Lewin sacó a la luz los abusos a menores de edad que había cometido el cura Julio César Grassi. El mismo fue condenado en junio de 2009 a 15 años de prisión y detenido en 2013 por dos hechos de abuso sexual y corrupción de menores a niños y adolescentes de entre 11 y 17 años (agravado por ser sacerdote, encargado de la educación y de la guarda de las víctimas). Algo parecido sucedió con el caso Provolo, pero aún peor, lo digo de esta forma ya que hubo una gran cantidad de víctimas menores de edad y discapacitadas.

A los perpetradores los culparon por 15 hechos diferentes cometidos entre 2005 y 2016. Nicola Corradi, quien formaba parte de la institución, fue condenado a 42 años. A su vez había sido denunciado 50 años atrás por cometer los mismos delitos en Italia y aun así lo trasladaron al país.

 “Cuando fui la primera vez al Provolo me gustaba, era grande, hermoso. Después empecé a ver que era oscuro, que mis compañeros se autoflagelaban con cuchillos. Yo les preguntaba que les había pasado y decían ‘nada, nada’. Después de un tiempo me di cuenta que el cura Corbacho nos miraba a mis compañeras y a mí, hasta que me abusó. Me dijo que no le dijera nada ni a mi papá ni a mi mamá, porque si no me iba a matar”, comentó Daiana Lizarraga, una de las víctimas.

 En las últimas décadas se conocieron decenas de casos similares. Sin embargo, es imposible establecer con certeza la dimensión del problema. ¿Cuántos Nicola hay en la Argentina? Y sobre todo, ¿cuántas Daiana? Nadie lo sabe. A diferencia de lo que ocurrió con otros países como, Estados Unidos, Chile, Irlanda o Australia; en la Argentina nunca hubo una investigación oficial. No la hizo la Justicia y tampoco la Iglesia.

 En cuanto estadísticas de abuso en nuestro país podemos encontrar que la página web “Chequeado” publicó resultados al respecto, pero tienen que ver con lo siguiente:

Entre octubre de 2020 y septiembre de 2021 se registraron 3.219 niños o adolescentes víctimas en consultas por violencia sexual. De ese total, un 77% eran niñas y se centraban en un rango etario de 12 a 17 años.

La mayoría de las víctimas atendidas sufrió “tocamiento sexual o tentativa” (27,9%), “violaciones o tentativa” (20,5%) o “grooming” (20%).

 Además, el 36,2% de los casos sucedieron en el hogar, y el 3,4% en la vivienda de un familiar. Por otro lado, sabemos que de los agresores, el 56,5% eran familiares y 17,7% conocidos no familiares.

Como mencione anteriormente no nombran a la violencia sexual dentro de las instituciones católicas, y no porque no exista sino porque no se la visibiliza como debería ser.

 Tengamos en cuenta que en la región tampoco hay leyes vigentes que realmente amparen a las víctimas de abuso, existen la ley Piazza (Nº 26.705), ley Nº 27.206, ley Nº 27.352 y la Nº 27.455. Pero aquí aparece otro gran problema de la justicia argentina, la prescripción, si los hechos suceden antes de que se sancionaran dichas leyes, los casos prescriben y las víctimas se quedan sin justicia.

"Estos casos de abusos contra menores no prescriben en la Iglesia, al menos. Y si por los años prescriben, yo levanto la prescripción automáticamente. No quiero que esto prescriba nunca. Es un drama el del abuso de menores, en todos lados, no solo en la iglesia, pero en la iglesia es más escandaloso porque precisamente tenes que cuidar a la gente” comenta Bergoglio en el documental donde fue parte. Además aseguró que la iglesia debería tener tolerancia 0 ante estos casos.

 Desde mi punto de vista considero que todas las víctimas de abuso sea cual fuera el escenario donde se dé, tiene derecho a tener leyes que las amparen. Lamentablemente en la actualidad dichas personas terminan siendo juzgadas en vez de ser acompañadas o también terminan siendo re victimizadas.

 Por suerte a modo de salvavidas, a las generaciones nuevas les queda un futuro más próspero, dado que hay más herramientas para evitar un abuso. Gracias a la educación sexual integral muchos niños pueden aprender a reconocer situaciones riesgosas, a no mantener secretos y desarrollar la autoprotección ante situaciones que les produzcan incomodidad.

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