Lucas Sebastián Asenjo tiene 48 años. A los 25 mientras organizaba su casamiento, descubrió que no era hijo de quién creyó toda su vida; era hijo de un desaparecido en la última dictadura cívico militar, Jorge Asenjo, militante del PRT y el padre que nunca llegó a conocer. La prometida de Lucas, que advirtió no casarse si no le contaban la verdad, provocó que su abuela “destapara la olla” que su madre le había ocultado.
El militante y sindicalista por los derechos humanos nos dió la oportunidad de conversar con él, entrevistarlo y abordar las profundidades de su historia personal, el recorrido por la construcción de su identidad y la de su padre desaparecido en el mal llamado “Proceso de Reorganización Nacional”.
-¿Cómo arrancó este proceso?
Me tocó reconstruir la historia de mi papá y la mía al mismo tiempo. Es algo difícil en el momento cuando te pasa porque es muy difícil que algo que a vos te pasa en el presente te afecte tu pasado, generalmente afecta tu futuro. Me enteré de que a mi papá lo secuestraron mientras mi mamá estaba embarazada, o sea que yo no lo conocí. Entonces ahí mi mamá lo empieza a buscar por todos lados, y por miedo me puso su apellido, yo nací como Lucas Valente.
-¿Cómo te diste cuenta?
Cuando empecé a tener conciencia de mí mismo, de mi propia vida, me di cuenta que mis hermanos tenían el apellido López y yo era apellido Valente. Entonces, algo raro estaba pasando. A los 8 años en el documento me pusieron López para que no pregunte más. Yo me di cuenta toda la vida de que algo raro estaba pasando porque había un trato diferente conmigo. Después yo entendí con el tiempo que yo era como la cara de la traición, porque era parecido a mi viejo y era el hijo de la persona por la que lo había dejado.
-¿Podés entender la decisión que tomó tu mamá?
Yo ahora que estoy un poco más grande, soy padre también y me pongo en ese lugar, lo pongo en perspectiva de género, me imagino una mujer sola en los 70, separada con dos hijos de un matrimonio, un bebé de otro está desaparecido. ¿Qué chance tenía esa mujer? Yo creo que hizo lo que pudo.
-¿Qué sabes de tu papá a día de hoy?
Fue periodista corresponsal en Diario El Mundo en Neuquén. Trabajó también en Vialidad Nacional. Trabajó en muchas empresas de fruta en Río Negro, y militó en el PRT. Por suerte estoy encontrando mucha gente que lo conoció, me contó historias. Pude conocer a mis tíos, muchos primos, me dan un montón de cartas de las que le escribía mi papá a su mamá mientras vivía en el sur.
-¿Las conservas?
Sí, las leí en orden cronológico sin parar una detrás de otra por más de 2 años de carta e imaginando la la contra respuesta. Toda esta correspondencia termina con un telegrama que le manda mi tía a mi abuela diciéndole que yo nací. Creo que de las mejores cosas que me pasaron en esta búsqueda fue enterarme que el nombre me lo puso mi papá, él lo eligió por un libro. Se llama “Ahí va Lucas Romero” de Armando Tejada Gómez, hay un extracto que me parece un panorama de mi propia historia. Incluso hay una historia muy linda que me pasó hace poco.
-¿Qué pasó?
Estoy escribiendo mi tesis de la maestría ahora, y una compañera que había trabajado en responsabilidad empresarial en la dictadura e investigaba al diario La Nueva Provincia. Resulta que su familia era amiga de mi papá, él se quedaba muchas veces a dormir en la casa de su tío y era amigo también de su padre. Entonces, un día le comentó a su papá que me había encontrado. Y le dijo, "Decile a Lucas que están los discos de su papá en mi casa."
-¿Qué pasó con los discos?
Resulta que mi papá en una de esas, en una fiesta o algo, había llevado sus discos para pasar música y la familia los guardó por si algún día me encontraban a mí. Y después de 46 años que pasó esto, los discos de mi papá volvieron a mí. Es una historia hermosa y escribí un cuento que se llama “Los discos”.
-¿Sentís que pudiste reconectar con con esta figura de tu padre a través de estas cosas?
Sí, yo creo que esas cosas que van apareciendo en la búsqueda de su propia historia, son las que van reconstruyendo la mía también. Mi compañera siempre dice que está por ahí dejando cosas para que las encuentre. A mí me causa una gracia bárbara porque me imagino a un angelito de la guarda con barba.
-¿Crees que toda esta situación, el conocer esta parte de tu historia te construyó un poco en la forma de ver tu la vida a partir de ahí, sentís que hubo un quiebre, algo que cambió en tu forma de percibir o de vivir vos las cosas?
Mi hermano era consciente de todo eso y siempre me llevaba a algunas cuestiones de la militancia, capaz que me llevaba a hacer reuniones alrededor de la cárcel de detenidos con la liberación de presos políticos en los 80. Incluso de chiquito me llevó a algunos lugares donde iban hijos de desaparecidos chiquitos y nada, trató de mantenerme en ese ambiente. Él siempre militó también de joven y creo que entendía que su granito de arena era ese.
-¿Cómo fue recuperar el apellido?
Yo tardé 13 años en que me den el apellido. La justicia bastante lenta, se separa en dos partes, una que es la impugnación de paternidad, tengo que decir, "No soy hijo de esta persona." López todavía estaba vivo y firmó y dijo que no era mi papá. La CoNaDI te mandan a hacer el estudio de ADN y todo eso, ahí salió una coincidencia con la familia Asenjo. Tardó muchísimos años y recién el 10 de agosto de 2022 la justicia rionegrina me incluyó en el registro civil como Asenjo.
-¿Cómo lo sentiste ese momento?
Lo que más me impactó fue cuando fui a cambiar el documento y entregué el documento que dice López y lo cortaron adelante mío, hasta que me den el otro me quedaba sin documento. Entonces decía, "Uy, ¿ahora quién soy?”, pero el impacto fue el corte del documento López, porque era muy simbólico. Cuando recibí este después tuve que cambiar el de mis dos hijas. Fue el cierre de un circulo muy trabajoso.
-¿Qué haces hoy en tu vida?
Ocupo el rol de secretario de Derechos Humanos en el sindicato de la Asociación del Personal Aeronáutico. Soy papá de dos hijas, una de 13 y una de 18. Toco música desde chiquito, ahora soy solista, es lo que me distrae la cabeza.
-¿Cómo les impactó a tus hijas esto, que es parte de su historia también?
A ellas también les cambió cosas, entrás a la escuela y tenés un apellido y después tenés otro, es un desafío. Cuando Lola, mi hija más chica estaba en el jardín y pasa todo esto, un día su amiga había ido al cementerio a dejarle flores a su abuelo y le dejó una al de ella, entonces yo le tuve que explicar que no hay un cementerio para el abuelo y entendí que la palabra desaparecido para un niño era muy difícil. Siempre me acompañan los 24 a la plaza de mayo, a la marcha. Yo creo que mis hijas también de alguna manera van a ser transmisoras de la historia de su abuelo.
-Respecto a lo del cuento que me dijiste antes, ¿usás esta parte de tu historia para escribir, componer, como inspiración a tu creatividad?
Sí, por ejemplo en la materia de narrativa hicimos un ejercicio de escribir una carta abierta, yo se la hice a mi papá. Fue un flash porque nunca lo había hecho y decidí para el 12 de junio que es el día de la desaparición de mi viejo, publicarlo en Facebook. Y me empezó a escribir un montón de gente de lo conmovedor que era y me di cuenta que servía, que era útil. Entonces, bueno, voy a escribir un cuento que hable de mi historia a través de una música.
-La agrupación H.I.J.O.S, ¿sentís que fue un lugar de acompañamiento?
La agrupación lo que tiene es que encontramos historias comunes. Lo que más me impactó, esto es off the record, es el humor negro que tiene entre ellos mismos, capaz se sacan una foto sin nadie y dicen “acá con mi viejo”, como que ya atravesaron esa etapa de duelo. Es un lugar de contención, me dió la posibilidad de subirme a un escenario en Plaza de Mayo frente a cientos de miles de personas. También me acompañó cuando fui a declarar por el juicio de la desaparición de mi viejo
-¿Sentís que ya pasaste, o seguís haciendo el duelo de tu viejo?
A mí es como que de vez en cuando me pinta la nostalgia de lo que no tuve. Porque en realidad no puedo extrañar algo que no tuve, no lo conocí. Además la gente dice que soy parecido, así que eso también me acerca, cuando alguien me dice, "Sos igual a tu viejo”. Lo que me pasa a mi es lo cotidiano, que no me haya llevado a la cancha o a un acto en la escuela, no fue la voluntad de él haberme abandonado, el terrorismo de estado lo hizo.
Lucas nos regaló un inspirador relato de resiliencia y cómo él percibe la conexión con su padre a través del descubrimiento de diversos datos que nunca llegó a conocer personalmente. Cotidianidades de la vida le fueron arrebatadas, pero el vínculo trasciende más allá del apellido; se reencuentran rasgos característicos que de una forma u otra, los une a los dos y termina por construir el camino para seguir conociendo su identidad.