El Chelsea goleó 4-1 al Benfica por los octavos de final del Mundial de Clubes, el pasado sábado, en una tarde calurosa en el estadio Bank of America Stadium, ciudad de Charlotte, en un partido que duró más de 4 horas. De esta manera, los dirigidos por Enzo Maresca, se metieron en la siguiente ronda de este Mundial de Clubes donde ya tienen rival: el Palmeiras.
El Benfica que venía de empatar en la fase de grupos con Boca, de vencer por seis tantos ante el Auckland City y de derrotar por la mínima al Bayern Munich, se había posicionado como primero de grupo, pero sin demostrar un buen nivel futbolístico, cayendo toda la responsabilidad en los jugadores argentinos como Ángel Di Maria y Nicolas Otamendi, quienes eran los que daban la cara por el equipo. Por su lado el Chelsea que terminó segundo tras vencer al Esperance de Túnez y a Los Ángeles FC, pero con una derrota sorpresiva ante el Flamengo, los depositó en el segundo lugar del grupo D.
Con este panorama, y como durante todo el encuentro, se desarrolló de la misma manera: un Chelsea dueño del partido y de las ocasiones, moviendo la pelota de lado a lado y marcando los ritmos del encuentro y un Benfica que lo esperaba para la contra, agazapado en defensa. Así el Chelsea generó muchísimas situaciones de peligro durante todo el primer tiempo que hacían injusto la igualdad. Esta igualdad se rompería, pasada la hora de encuentro cuando el jugador de la casa: Reece James, tras recibir una falta de Florentino, se hizo cargo del tiro libre que presumía un centro buscando a los centrales del Chelsea que finalmente tuvo destino de arco, marcando un golazo que sorprendió a todo el mundo, inclusive al arquero del Benfica, Anatoli Trubin, que nunca se lo imaginó.
Obligado a buscar la igualdad, Bruno Lage mandó a la cancha al ex jugador de Vélez, Gianluca Prestianni, que había tenido un buen rendimiento en esta cita mundialista, pero que no pudo marcar la diferencia. Para colmo de los portugueses, aparecieron las nubes con niveles indicativos de una posible tormenta que hizo que el árbitro Slavko Vincic, detuviese el juego por 40 minutos esperando una mejoría del clima, a falta de cinco minutos para la finalización del encuentro, más el añadido.
Sin embargo, no todo estaba dicho. Con la reanudación del encuentro y tras un centro cabeceado por Otamendi, encontró la mano de Malo Gusto, que el árbitro no cobró. De todas maneras, el VAR llamó al juez para que revise la jugada, confirmando el penal para las águilas, que Di María con frialdad, lo transformó en gol en el 95’ y tras la persistencia de la igualdad, todo derivó en el alargue.
Ya en esta instancia, Prestianni vió la segunda amarilla y posteriormente la roja, dejando al Benfica con 10. De esta manera, el Benfica se resignó a defenderse y a aguantar el resultado, dejando todo a alguna escapada de Di María o del turco Aktürkoğlu que marquen la diferencia quienes tuvieron grandes chances pero que no pudieron vencer la meta de Robert Sanchez. Ya en la segunda mitad del alargue en una contra del Chelsea, un fuerte disparo de Moisés Caicedo, atajado a medias por Trubin; le quedó el rebote a uno de los marginados por Maresca: Christopher Nkunku que convirtió a los ‘109 tras el rebote del arquero ucraniano y pese al esfuerzo de Otamendi. Un Benfica adelantado y con espacios, fueron aprovechados por Pedro Neto en primer lugar que abrió el pie poniendo el 3 a 1 a los 114’ y Dewsbury-Hall, picándola tras la salida de Trubin, tres minutos más tarde, sentenciando el final del encuentro.
Con el pitazo final, el Chelsea de Enzo Fernandez es el segundo clasificado para los cuartos de final del Mundial de Clubes, donde enfrentará al Palmeiras de Brasil, el próximo viernes en el Lincoln Financial Field de Filadelfia. Estos dos equipos ya se habían visto las caras una vez en la historia, en la final del Mundial de Clubes (hoy otra vez la Copa Intercontinental) del año 2021, cuando los Blues se impusieron en aquella oportunidad por 2 a 1. Lukaku había puesto transitoriamente arriba al Chelsea a los 54 minutos, Raphael Veiga empató para el verdao a los ‘64 y en el alargue, Kai Havertz le dió la copa a los ingleses de penal a los ‘117.