Un acto de egoísmo que apagó al mundo
Por Emiliano Lacava, 9:29 Hs. Lectura aprox.: 3 min.
40 años atrás Mark David Chapman terminaba con la vida de John Lennon. El tiempo pasó, y por primera vez le pidió perdón a Yoko Ono. Recuerdos de aquel fatídico 8 de diciembre de 1980 en Nueva York. Días atrás, volvieron a denegarle la libertad condicional al asesino por undécima vez.
El daño fue irreversible, el mundo se apagó aquel día. Chapman asesinó a quemarropa a Lennon, y a causa de su acto cumple una condena de 20 años de cadena perpetua. Se dio a conocer, que en un nuevo intento de conseguir la libertad condicional, el autor del magnicidio por primera vez expresó sus disculpas a la esposa del músico.
En la transcripción de la audiencia en la que volvió a pedir la libertad condicional, Chapman se mostró arrepentido y aseguró que no deja de pensar en “ese acto despreciable”. Hoy, con 65 años sigue cumpliendo su condena en la correccional de Wendle en Nueva York, con la posibilidad en dos años de volver a solicitar la libertad. Las autoridades denegaron la solicitud nuevamente porque consideran que Chapman “no es compatible con la sociedad”.
“Lo asesiné… porque él era muy, muy, muy famoso y esa es la única razón y yo buscaba en gran, gran, gran medida la gloria para mí. Muy egoísta”, dijo Chapman.
En un acto de narcisismo patológico, así declaró el autor del magnicidio, expresando también que “no deja de pensar” en lo que hizo aquella noche en la entrada del Dakota, cuando esperó a Lennon bajar de su limusina y le efectuó 5 disparos al músico ante la vista de Yoko en la entrada del edificio. “Fui muy egoísta”. “Quiero añadir eso, y enfatizarlo profundamente. Fue un acto extremadamente egoísta. Lo siento mucho por el dolor que le causé a ella”.
Aquel día, Lennon comenzó su día muy temprano. Recibió en su departamento a la prestigiosa fotógrafa de la revista Rolling Stone, Annie Leibovitz, quien lo retrató por última vez. Luego, hubo una serie de entrevistas a medios locales, ya que solo habían pasado 15 días de la edición de Double Fantasy. Encontrándose en plena promoción del álbum ,John ya estaba craneando el sucesor de su disco regreso, en el que días antes se lo notaba muy conforme y satisfecho con el trabajo realizado donde manifestó su emoción al crear este trabajo junto a su esposa. Finalizada la sesión, Lennon fue al estudio en compañía de Yoko para trabajar en una nueva canción llamada “Walking On Thin Ice” siendo esta la última grabación realizada por el ex Beatle. Camino al estudio, John recibió a unos fanáticos que lo esperaban en la entrada del Dakota. Amablemente, Lennon firmó autógrafos y se fotografió con los presentes, entre ellos, Mark David Chapman. Paul Goresh, fotógrafo y uno de los fans que se encontraba allí, tomó la foto en la que Lennon le firma una copia del disco a Chapman. Aquella tarde, nadie podrá explicar esa especie de “corazonada” que tuvo Lennon ante los ojos de su asesino. Todo estaba fríamente planeado en la cabeza del asesino, a lo que John le preguntó después de firmarle mirándolo a los ojos: ¿Quieres algo más? y él asesino respondió con un “No”. Eso fue todo antes del desenlace fatal: Horas más tarde, Chapman esperaba nuevamente a Lennon en la entrada del Dakota, aunque esta vez, en un acto deleznable, le quitó la vida al músico.
La historia determina que perdimos al mejor Lennon que podríamos haber visto. Un hombre de 40 años, padre y esposo que después de 5 años de ausencia, regresaba a la escena con un disco brillante, maduro y cargado de sensibilidad. Un disco libre de ego, una canción de cuna para su hijo Sean, tiempos de limpieza interior y una visión optimista del mundo y la vida; situación difícil para él luego de tantos años de lucha.
Hasta el día de hoy entristece su partida, y ese desamparo de su energía en esta vida, de él vivo; una fuerza muy buena y noble, en la que muchas veces podemos preguntarnos si aquella nobleza está condenada a ese fin.