TECHOS DE CRISTAL – entrevista a Mercedes Herreros Casañe, odontóloga
Por Celeste Acosta, 3:35 Hs. Lectura aprox.: 10 min.
Mercedes Herreros Casañe, odontóloga, egresada de la Universidad de Buenos Aires, nos va a contar como su profesión la llevo a realizarse distintos cuestionamientos acerca de su forma de ver el mundo y como relacionarse con los demás. Su alma inquieta y curiosa se ha adentrado en distintos mundos como el feminismo, el veganismo, la música, la astrología y los cuestionamientos de clase.
– ¿Cómo llega la odontología a tu vida? ¿De dónde surge la inspiración y cómo empezaste en este mundo?
Queda lejos en mi vida. Me parece un poco fuerte que a los 17 tengas que elegir que vas a ser toda tu vida. Yo quería trabajar en salud. Me gustaba la pediatría pero en mi familia había una mística con la medicina de que no dormís o no podes hacer lo que te gusta cuando estas disponible. Mis padres me lo propusieron. Yo tengo unos tíos que se dedican a esto. Lo que mi familia sostenía era que la odontología te permite dedicarte a tus hijos y manejar tus tiempos. Podés ser profesional mamá a la vez. No sé si pensé tanto eso, pero sí que me gusta trabajar aunque no quiero que mi vida sea mi trabajo. Siempre lo tuve claro como el tema de los jefes; tener una persona a la que responder si no cumple características como admiración o respeto se me hace muy difícil. No podría tener un jefe que me parezca mala persona. También quería ser docente pero la pareja de mi mamá no me lo recomendó por las desventajas en cuanto honorario. Teníamos por un lado el discurso de tener una carrera que te permita una familia y que, a la vez, por el otro lado te permita ser independiente económicamente por si tenés que mantener a esa familia en algún momento. Y ahí salió odontología.
– ¿Reconociste el metalenguaje en ese momento o lo tenias implícitamente incorporado y no te dabas cuenta? ¿La carrera terminó siendo lo que esperabas? A veces pasa que estamos tan limitadas por el contexto que terminamos estudiando carreras que no nos gustan tanto.
Me pasó en la carrera. Odontología tiene una facultad linda, tiene profesores renombrados, pero la carrera no te permite trabajar y la bajada de línea de la carrera es que sos la peor lacra. “Usted cállese, usted no sabe, no sé cómo va a hacer en el consultorio, como va a resolver.” Algo muy angustiante y horrible. Y lo que sucede también es que la mayoría de profesores y referentes son varones. No quiero que la cita sea que los grosos son todos hombres, hay mujeres re grosas. Mi decana era mujer. Pero el 90% son varones. El cupo esta. Pero en la carrera el 90% son mujeres y el 1% hombres. Entonces hay una proporción que no está bien.
– ¿Logras reconocer la raíz del problema?
Imagino que tiene que ver con que las mujeres efectivamente se encargan de sus casa y su carrera es part-time. Es distinto el profesional que pueda dedicarse full-time a su profesión con diez horas por día. Además el odontólogo es el que está hasta las diez de la noche en el consultorio por el último paciente. Las mujeres no nos dedicamos solo a la profesión.
– Estas cuestiones te generan ruido. Vos utilizaste en charlas previas la frase -soy muchas cosas- y a mí me pareció interesante hablarlo. En un momento fuiste odontóloga, madre y algo se despertó en vos y te llevó a ser la que sos hoy. ¿Cómo fue esa transición? ¿Cómo la toma tu entorno?
Eso pasa en la familia de origen. Algunas cosas fueron más difíciles que otra. Viéndome en perspectiva, cumplo todos los mandatos. Viví con mis viejos cuando estudiaba, estuve siete años de novia con la misma persona. Después de esa relación, conozco a mi pareja actual, me caso, me mudo, tengo dos hijos; cumplo todos los parámetros. Pero pasaron cosas. La primera es que me pude separar de mi ex porque me dejó. Sino no hubiese podido porque estaba en una de “complacer”. Una relación en la que él era abiertamente difícil para relacionarse emocionalmente. No decía sus sentimientos pero demostraba aunque no en público porque estaba incomodo. Estuve siete años con un chabón que no me dijo te amo ni me dio nunca la mano en público.
– Se siente la necesidad de revalidarse constantemente como merecedoras de afecto.
Yo siempre dispuesta a esa sintonía; él es así y lo valoro. Un día me dejó, me super deprimí pero salí adelante con mis amigas. Cuando conozco a Fede en esa época éramos católicos. Teníamos una vida activa en ese sentido pero cuando nos empezaron a poner al matrimonio como referente nos empezó a hacer ruido. Eran cosas que no estaban en línea con la religión. El catolicismo no te habla de la posibilidad de elegir y es así que nos corrimos del lugar de referentes.
– Me parece importante destacar esto de -soy católica pero a la vez me genera cuestionamientos-. ¿Por qué tengo que ser o no ser? Puedo estar en un medio en el que cuestiono ciertos aspectos. En esto de satisfacer el deseo, uno empieza a surcar caminos paralelos a los que venía transitando y ahí llegan nuevos temas a tu vida.
Empezas a crecer y a tener contradicciones que no están buenas. Más allá de cuestiones internas. Cuando fue el tema del matrimonio igualitario, yo tenía amigas de la parroquia que quería mucho y ellas iban con la remera naranja diciendo: “vamos a hacer una de cadena de oración al congreso” y, ahí se empezaron a armar los debates internos diciendo paremos la moto. Ni hablar de lesbianismo. Los homosexuales siempre fueron los varones. “Si ellos quieren estar juntos no digan que es matrimonio porque eso es el sacramento” y yo desde adentro diciendo – NO- y ahí me empecé a separar.
– Salir de la estructura que nos venden como la única exitosa. Entonces cuando se destraba ese contexto, entrés en colapso y es el punto de quiebre. Y pensás ¿lo hago o no?, porque tenés miedo.
Cuando todo se hizo más masivo nunca fui de ir a manifestaciones. Mi hermano menor que tiene 4 años menos, fue al Pellegrini y estaba súper acostumbrado. Yo hice el curso para el Pellegrini y quedé en el turno vespertino que es de noche. Así que como era peligroso, me cambiaron a un colegio católico. Mi hermano quedó en el vespertino pero él pudo ir porque era varón. Dicho así es injusto pero tienen razón.
– Es la disyuntiva de hasta donde tienen razón y hasta donde no por un tema de cuidados. Vos en la actualidad estas en un taller de lectura feminista. ¿Podés contarnos de que se trata? ¿Qué herramientas te da? Así otras pueden también motivarse.
Me gusta mucho leer historias fantásticas, pero llegó un momento en el que dije “para, vamos a darle marco teórico”. Porque el argumento antifeminista me pedía un marco teórico. Lo primero que leí fue Teoría King Kong que es un libro que deberían leer todos los seres humanos. Yo tenía todo un pensamiento que no sabía si era correcto o no. Después de leer este libro dije -pienso esto-. Cuando era católica me pasaba que había cosas que me hacían ruido. La intuición está buena pero el fundamento teórico completa. Tomé algunos libros de Barclay sobre género y no entendí nada. Nivel que tenía que releer cada párrafo. Me sentí una tarada, me frustré, y mis amigas me recomendaron otras lecturas. Ahí empecé a leer Un cuarto propio Todos tienen algo en común. Contextualicemos mis momentos de lectura; dos hijos y una vida. Mi casa es bastante feminista más ahora en cuarentena. Este taller que estoy haciendo analiza El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir. Cuando mi hijo empezó a crecer, empezaron a tratarse temas en casa de manera diferente porque él ya no era un bebe y empezó a decir que le gustaba y que no. Muchos estereotipos de género se rompieron en casa y fue uno de los choques familiares porque una de las cosas que más le gustan a mi hijo son las princesas y todo lo que eso conlleva. A lo cual nosotros no dijimos nada pero capaz un abuelo o tío preguntó. Ahora a los seis, más grandes ya, hablamos un poco más acerca de que hay gente que no lo ve tan bien. Entonces él ya sabe algunas cosas y te dice que son una antigüedad. Los niños salen al mundo y eso es un problema. Hubo una vez muy representativa que nos invitó alguien muy lejano a una fiesta de disfraces. El más chico quería ir de Spiderman, y el más grande dijo que quería ir con su vestido de Elsa. Y yo le dije que sí. Fede, mi compañero, me dice “che, ¿vos decís? mirá que no es el ambiente al que estamos acostumbrados. ¿Por qué no le preguntamos si no prefiere ir de otra cosa? Algún nene le va a preguntar”.
– Esto me lleva al inicio de la charla con el turno vespertino. Uno como padre también se enfrenta al tener que decir que no o a dar consejos desde el amor para evitar sufrimiento. Pero esto genera un domino de cosas del que nunca podes salir. Vos le explicas esto y tu nene pone en la balanza tener que explicar y las ganas que tiene, y como no tiene ganas de justificarse va de cualquier otro personaje. Y así nunca termina la problemática porque no tomamos el tema de raíz.
Hablamos y le dijimos que había gente que pensaba que hay cosas que están mal y que le iban a preguntar. Entonces queríamos ver si iba a estar contento o no. Y él dijo que iba con el de Ironman y yo re angustiada. Pero él resolvió. A mí lo que me gustaría es que no haya quien le diga nada en ningún lado. Me pasó con mi papa que tiene un pensamiento más tradicional. Que él dijo que lo respetaba y que no le iba a regalar un vestido ni una camiseta de Boca. Entonces esta perfecto mientras no nos quieran imponer. Podes no estar de acuerdo pero desde el respeto y el amor se construye.
– Desde tu perspectiva feminista, ¿qué ves que tenés para aportar al cambio? Desde tu experiencia como mujer, tus lecturas e investigaciones, ¿cuáles son las herramientas que hacen que puedas impulsar el cambio?
Creo que el cambio uno lo impulsa con su vida. Hay una remera muy conocida que dice que lo personal es político. Todo es político, todo habla y da un mensaje. Desde mi forma de laburar en donde yo elijo que a mis pacientes se los escuche así como con los niños. SI yo quiero tener voz, le doy voz a los que me rodean; no es tan fácil porque no estamos acostumbrados porque uno está acostumbrado a que la voz la tiene el que la merece o el que ocupa determinado cargo. Cuantas veces nos atendimos con profesionales que nunca nos preguntaron ¿qué te pasa? o ¿qué querés? Deciden por vos. Yo no quiero ser eso. Yo quiero que elijas, que sepas tus posibilidades; atiendo como me gusta que me atiendan. La forma de relacionarse, saludar a los vecinos, la forma de maternar, lo que me pongo, lo que como, todo habla. Todo aporta. Uno puede caer mucho en la autoexigencia. Nunca olvidarnos que hacemos lo que podemos con lo que tenemos. Todos nos merecemos que nos traten con respeto y amor. No solo desde las palabras sino en general. No digo todos solo refiriéndome a las personas sino a todos los seres.
– Entramos al tema del veganismo. Es el efecto domino con la empatía y empezar que te lleva a reconocer estructuras en las que nos movemos. Y te cuestionas ¿por qué todos hacen esto? Y una cosa desencadena la otra.
Lo que más escucho es que el feminismo y el veganismo son una moda y pienso -que moda incomoda-. También está desde donde lo abarcas. Porque hay muchas compañeras que en el afán de llevar el mensaje, te meten el mensaje. No quiero hacer un juicio de valor; solo digo que hay formas. Si vos te sentás a explicar no es lo mismo que cuando te vienen a atacar. Esto que te contaba de que te exigen o te piden explicaciones del marco teórico. Y muchas veces la respuesta es “porque seme canta”, y a veces no está aceptada y menos a una mujer. Vos tenés que hacer lo que se espera y necesita de vos por tu género y no podes hacer lo que quieras. Creo que cada vez más nos paramos y decimos -voy a hacer lo que quiera-. Incluso hay muchas compañeras que son feministas sin saberlo o decirlo justamente porque les incomoda la discusión de tener que pararse a explicar. Desde chicas tenemos la bajada de línea de justificar porque hacemos las cosas, de que tenemos que ganarnos todo, hay que luchar y demostrar que merecemos. Se nos intenta poner una carga de justificación. Y a eso apunta el ciclo, a que se nos ponen tantas trabas que llega un momento en el que estás cansada y llegas al punto de inflexión de decidir de abrirte o no. Porque te sentís desamparada cuando te dicen que la fórmula es una y que si no lo haces no vas a triunfar o no vas a poder. Contar las experiencias lleva a otras a animarse. No todo es lo que nos dicen. Al principio es incómodo pero andando se acomodan las cosas.
– En algún momento ¿pensaste desistir en alguna de tus causas?
Lo que me pasa es esto, no me meto en peleas. Digo bueno quiero cambiar esto y lo hago. Estas cositas más concretas de estudiar o cambiar mi alimentación y mi familia. Mis hijos comen carne igualmente. Esas decisiones, por lo general, primero son personales, luego las hablo en mi terapia y luego con Fede. Porque la verdad es que la mejor palabra que lo define es mi compañero. Nos hemos ido transformando. Fuimos un tipo de novios, después otros. El amor romántico también está tan estipulado como debe ser, idealizado. Y nosotros nos hemos ido saliendo bastante de eso y lo digo con orgullo, pero todo a fuerza de charla. El único secreto que encontramos es que si querés que el otro esté bien hay que charlar, cómo y qué querés. La verdad es que Fede es súper compañero. Todas las decisiones que tomamos tratamos de buscar si existe o no el aval. Con la crianza y la lactancia me paso también. Yo le di teta a los dos juntos. Me informé sobre la lactancia prolongada y hoy puedo decir con mucha seguridad y otra voz que elegí esto con orgullo, algo que no me pasaba en ese momento. Me parece violento que le digas a una madre que hacer sin ninguna razón. Siempre sabiendo que lo que decimos y no decimos, que lo que hacemos y no hacemos tiene consecuencias. Eso es lo que quiero que mis hijos aprendan. Lo que quiero llevar como mensaje.
– Si hoy tuvieses la posibilidad de dar un congreso en el que te escuchen muchas personas, ¿de qué hablarías y cuál sería tu consejo?
Me gustaría que se lleven de haberme conocido la idea de que lo personal es político; que lo que hacemos y no hacemos, habla y da un mensaje y dice cosas de nosotros. Si el otro puede escuchar o no es otro problema. Solo podemos hacernos cargo de lo propio. Seamos buenos y empáticos, tratémonos con respeto y amor. Quiero que demos respeto y amor y también igual de importante destacar en el mismo peldaño: hacemos lo que podemos con lo que tenemos, para no caer en la autoexigencia del amor propio y la aceptación de la cuerpa de cada una, la autoexigencia de hacer todo lo que me gusta cuando muchas veces eso es quedarme en la cama. Entonces hay una conciencia cuando te cae la ficha en la que ya no te podes hacer más la boba. Escuchémonos. Tuve un momento súper culposo. No hay un juez; esa idea de Dios que nos mira, nos juzga y nos castiga. Basta. Sacate todas las miradas; esto es con vos misma.