Ser docente desde casa: el día a día de educar en cuarentena
Por Paula Guadalupe Antolini, 10:2 Hs. Lectura aprox.: 5 min.
El 16 de marzo fue el último día que los docentes -porteños y bonaerenses- fueron por última vez a sus respectivas escuelas. Luego de que el viernes anterior se anunciara a la comunidad educativa que comenzaría el aislamiento, ese lunes todos los docentes del país se acercaron a sus instituciones para organizar los días posteriores.
Y así, luego de trabajar con varios grupos a la vez, cuidando sus manos con cremas por la resequedad generada por las tizas, comiendo en los transportes para lograr llegar de una escuela a otra, abrazando y saludando con un beso a cada uno de los chicos al ingreso y egreso cada día, pasaron a no tener certezas de cómo continuar. Por ser una decisión inesperada, las reacciones de los docentes fueron diversas al enfrentarse a esta situación. Analía, docente de 1er y 3er grado en dos escuelas del barrio de Palermo, expresa haber sentido “sorpresa y pánico. Sobre todo entrar en pánico. Tuvimos que, de un día para el otro, transformar nuestra metodología de trabajo en algo virtual. En un colegio elegimos usar blog, en el otro, Classroom. Y nos metimos a eso sin saber. De un dia para el otro. Ensayo y error, constantemente. Las primeras semanas fueron de mucha intensidad e incertidumbre, sobre todo incertidumbre”
Muchos docentes no se encontraban preparados para trabajar de esta manera, teniendo en cuenta que la profesión requiere del tacto, las miradas, la interacción. Florencia, docente de 1er y 2do grado en dos escuelas en el barrio de Monserrat, nos comenta que tuvo que aprender sobre la marcha “con mucha ayuda y esfuerzo, dedicando un montón de horas y de tiempo a la computadora, que pasó a ser la herramienta principal de mi vida, porque estaba muy alejada de todo eso”. Analía agrega “yo me preparé, estudié y practico desde hace 16 años para el día a día con los chicos. Me sigo preparando y me capacito para estar ahí, con ellos, explicando en el pizarrón, sentada en el piso con un grupo alfabetizando. No me preparé para esto“.
La realidad es que en este nuevo mundo de educación a distancia, hay muchas cosas que han sido modificadas, especialmente en cuanto a las rutinas. Cuando se asistía a las escuelas, los docentes se levantaban más temprano, ya que había que viajar hasta las instituciones. Según algunos docentes, la energía era distinta, debían moverse de un lado al otro constantemente, como nos comenta Analía “almorzar en veinte minutos y ya una menos diez estábamos en el patio recibiendo al turno tarde. En la semana antes de la cuarentena, en primer grado nos estábamos conociendo. Con miedos, incertidumbre, generar hábitos, atar cordones. Ir a sala de maestros en las horas en las que tenían una materia curricular, charlar un poco, corregir. Y ya se hacían las 17:15. Corriendo a la puerta a entregarlos a los padres. Una vez que terminábamos, era respirar, sacarse el delantal, muchas veces ir a tomar un café con tus compañeras para descargar, y a casa”.
Sin embargo, hoy la rutina es distinta. Tanto para los estudiantes como para los docentes, el estar aprendiendo desde las casas supone volver a organizar los horarios, saber cuándo dejar de trabajar, tomarse descansos de las pantallas. Mientras antes Florencia comenta que “era una fiesta salir al colegio, te preparabas, te vestías, como en un teatro: vos sos actriz y entrás a tu show, los chicos son los espectadores”, su relato frente al actual home-office es otro: “Hoy te levantás y con suerte te vestís un poco, total no te van a ver. Pero es abrir los ojos y ya tener ochenta cosas para hacer: mails, recursos, grabar videos, descargar pdf, contestar whatsapp. Es todo muy difícil, yo me levanto y no tengo idea de cuándo va a terminar mi día. No hay tregua. Con una mano en el celular, y con la otra revolviendo el guiso de arroz”. Y así como ella, otros docentes se volcaron a los canales de YouTube, abriendo perfiles para subir videos tutoriales y explicar para grupos numerosos un mismo contenido. Este es el caso de “Mate En Redes”, el canal que comparten Analía, Florencia y una tercera compañera, en donde se animaron a realizar transmisiones en vivo para ayudar a los adultos que ocupan el lugar de facilitadores de la educación de los más pequeños en casa.
La pregunta que resuena en varios medios y que reciben cotidianamente los docentes es sobre la garantía de la educación en esta nueva modalidad. Con respecto a ésto, se puede determinar que la continuidad existe, y que las actividades se siguen realizando. De todas formas, tanto docentes como familias tienen reparos sobre cómo están accediendo a los contenidos los estudiantes, aunque los primeros aseguran con total firmeza que “claro que está garantizada. Los chicos aprendieron como nosotras esta nueva modalidad. A ellos también les costó”, en palabras de Analía, quien también agrega “Nos fuimos acomodando: nosotras tratando de ser la mano que lleva a casa la escuela, y ellos en pijama, con pelos revueltos y las pantuflas de garra, esperando la primera publicación de la tarde. Está garantizada la educación, siempre va a haber nenes que se conecten más, otros menos, a veces hay que mediar con el apoyo de equipos externos. Pero hoy no es el momento de evaluar conocimientos, es de garantizar la continuidad. Cuando se vuelva, se retomará o se volverá sobre lo que no se pudo entender. Pero hoy lo que pone estructura en las casas, es la escuela“.
Al margen de este pronóstico alentador que plantean las docentes, se puede leer en sus respuestas la necesidad de volver a lo presencial. Nos comentan que extrañan todo. Florencia asegura que “no extraño algo en particular: ver a mis compañeras, compartir las experiencias diarias, los recreos. Ver lo social, cómo juegan, qué les pasa. Nosotras estamos conteniendo a través de la pantalla, pero no es lo mismo que la mirada, que el abrazo. Trabajar con chicos es llenarte de energía, extraño eso. Ser docente es un trabajo único. Quiero volver a lo cotidiano, y vernos. Necesito el encuentro”.
Los docentes comenzaron a realizar videos tutoriales, se convirtieron en productores, editores, camarógrafos de su propio contenido. Muestran sus casas a través de la pantalla en llamadas de video en diversas plataformas, hasta se han realizado actos escolares en forma audiovisual, con abanderados, escoltas, todo el protocolo.
Tuvieron que adaptarse a esta nueva forma de enseñar, tanto como los chicos y las chicas, a aprender a distancia. Tal como nos cuentan estas maestras, no fue fácil, y es un camino que sigue siendo cuesta arriba: manejar tecnologías que desconocían, organizar horarios, coordinar las actividades referidas a lo doméstico con el trabajo escolar, y, sobre todo, modificar el enfoque pedagógico que hasta hace casi siete meses se trataba del contacto, de las miradas, del trabajo en equipos, de poner el cuerpo.
Lo cierto es que los alumnos de todo el país se conectan, siempre que cuenten con los recursos para hacerlo, todos los días con la escuela, y los trabajadores y trabajadoras de la educación día a día resignifican la profesión y la mirada sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje.