¿Por qué ser vegano puede ayudar al medio ambiente?
Por Azul Madlum, 7:35 Hs. Lectura aprox.: 3 min.
Tras una ola de noticias alarmantes como el incendio en el Amazonas, colapso de glaciares y julio como el mes más caluroso de la historia, surge la pregunta: ¿Qué puedo hacer yo para ayudar al medio ambiente? Ser vegano es una de las respuestas.
La crisis climática y sus consecuencias ganaron mucha popularidad este año por razones terribles: incendios en el Amazonas que destruyeron 2,5 millones de hectáreas, registros que anuncian que julio fue el mes más caluroso de la historia y el colapso de 12,5 millones de toneladas de hielo en un día en Groenlandia, entre otras. A causa de estos acontecimientos, más lo ocurrido en La Expo Rural de Buenos Aires, donde veganos llevaron a cabo distintas manifestaciones en contra de esta, aparecieron varias incertidumbres en la sociedad: ¿Qué es el cambio climático? ¿Cómo evitarlo? ¿Qué relación tiene el veganismo con el medio ambiente? ¿Qué quieren los veganos?
Para empezar, el cambio climático es definido por GreenPeace como “el mal de nuestro tiempo”, y es la variación significativa global del clima de la Tierra cuando se comparan períodos prolongados, pudiendo ser décadas o más. La principal causa del cambio climático es el famoso calentamiento global y tiene consecuencias devastadoras como las catástrofes mencionadas arriba, más otras como extinción de especies, cambio en los ecosistemas y desirtificación, aumento del nivel del mar y fenómenos meteorológicos extremos, por mencionar algunas.
Son conocidos los cambios cotidianos para ayudar al medio ambiente como cerrar la canilla de agua mientras nos lavamos los dientes, apagar las luces cuando salimos de la habitación, usar lamparas LED o bañarse en 5 minutos. Pero entonces, ¿qué tiene que ver el veganismo con el medio ambiente?
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “el sector ganadero es el mayor consumidor mundial de tierras agrícolas, a través del pastoreo y el uso de cultivos forrajeros”, y los recursos naturales como la tierra y el agua son cada vez más escasos.
Gracias a un estudio de la FAO titulado “Livestock Long Shadow”, sabemos que el sector ganadero produce un 9% del dióxido de carbono derivado de las actividades humanas, un 65% de óxido nitroso, un 37% de metano, y un 64% de amoniaco, lo cual contribuye a acidificar la lluvia. Estos gases son producto del estiércol, los gases intestinales y los desechos de las vacas.
Además, a medida que aumenta la demanda de carne, aumenta la tala de bosques y selvas para convertirlos en cultivos de soja para alimentar al ganado. Así, ya se ha deforestado un 30% de la superficie de la Tierra, y específicamente en el Amazonas, un 70% del terreno ya está siendo utilizado por los ganaderos.
Por otro lado, FAO también anunció que mientras se requieren 1.500 litros de agua para generar un kilo de granos, se necesita diez veces más esa cantidad para producir un kilo de carne. Por lo que, el pasado mes, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que para frenar el cambio climático hay que comer menos carne y más plantas, ya que dejar de consumirla reduciría el gasto mundial de agua en un 20%, la emisión de carbono bajaría a la mitad, y hasta el 76% de las tierras que ahora ocupan el ganado y la agricultura podría volver a la naturaleza y generaría cambios favorables concretos en el calentamiento global.
Ya sea por razones personales, éticas, por salud, por el medio ambiente o por los animales, los veganos buscan llevar un estilo y conjunto de hábitos de vida que rechazan categóricamente el uso de los distintos productos y servicios que provengan de animales no humanos, sea para alimentos, vestimenta, transporte, experimentación, medicamentos y cosméticos.
Aunque pueda parecerle extremo a algunos, Joseph Poore, un investigador de la Universidad de Oxford, asegura en su estudio “Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers” que “las dietas a base de plantas son uno de los mecanismos más importantes para reducir nuestro impacto en el planeta. No se trata solo de las emisiones de gases de efecto invernadero, también la acidificación global, la eutrofización, el uso de la tierra o el del agua. Reducir tus vuelos o comprar un coche eléctrico, aunque relevantes, no consiguen tal reducción en este amplio abanico de impactos ambientales”.
Mientras tanto en Argentina, el consumo aparente de carne vacuna se ha contraído cerca de un 12% respecto de igual período de 2018, pasando de 58,7 kg a 51,8 kg per cápita, y se espera que siga bajando.