Luis Ángel Gómez: la gente no viene a pedirme plata, viene a pedirme algo para comer
Por Milagros Guiguez, 5:33 Hs. Lectura aprox.: 4 min.Entrevista a Luis Ángel Gómez el director general del comedor y merendero “Por los chicos del barrio” Loyola, San Martin.
– ¿Hace cuanto y porque empezó el proyecto del merendero?
-Este proyecto empezó hace 7 años atrás (2013). Yo era “trabajador social” pero de alma, no de carrera. Hacía viajes a Santiago del Estero para ayudar y organizaba los festejos del Día del Niño en la canchita del barrio. Un día se me acercan un grupo de mujeres y me dicen porque no hacía un comedor o un merendero para ayudar a los chicos del barrio y a sus familias. Yo en ese momento les dije que había muchos políticos que viven del trabajo social, ya que muchos generan su dinero y arman su economía haciendo ese trabajo. Me convencieron diciéndome que en el barrio me querían y que me necesitaban, y por eso acepte pero con la condición de que me ayudasen porque sabía que solo no iba a poder. Ese fue el comienzo del proyecto. Junto a mi hermano y a varias familias empezamos a juntar ladrillos, a traer cemento y mano de obra. Así empezamos, y de apoco nos fuimos fortaleciendo cada vez mas. Hoy en día para mí es una realidad asombrosa, porque sin estar subsidiados, creo que estamos un pasito delante de muchos comedores y merenderos que si lo están y que reciben ayuda del gobierno.
-¿Están recibiendo ayuda del Estado, de algunas empresas o entidades benéficas?
-El Estado no nos ayuda en nada. Porque nosotros estamos reconocidos como una ONG ya hace 3 años. El gobierno anterior (gobierno de Mauricio Macri) no quería tener comedores ni merenderos.
En ese momento, yo todos los meses tenía que ir a participar de una asamblea con la comisión directiva y pedirle 1000 pesos a cada uno, para que el comedor y merendero pueda seguir subsistiendo. Llegó un momento que yo ya no pude confrontar más la idea de que la ONG hay que hacerla que subsista y tener generar recursos. Y eso no lo pudimos hacer con un Gobierno que lamentablemente no nos quería y no nos ayudaba tampoco. Por eso la ONG quedó en stand-by momentáneamente.
Igualmente, en este transcurso de tiempo fui generando recursos para ir de frente y poder mostrar lo que tenemos y a quienes ayudamos. Los chicos y sus familias no la pasan bien, especialmente en esta época de pandemia y nosotros como podemos y con los recursos que tenemos los tratamos de ayudar.
Estamos en un barrio considerado zona roja, no somos un barrio como Palermo Soho. Somos un barrio complicado. Por eso a mí me alegra que haya venido muchísima gente a vernos y seamos bien vistos. Vino Ximena Sáenz, del programa Cocineros Argentinos, a traernos una huerta hace 1 año y medio. Hoy en día la huerta sigue produciendo, por ejemplo tomates cherrys, lechuga, etc.
También hay un grupo de mujeres con tratos escolares, que nos ayudan. Ellas se juntan y todos los meses con dinero que recolectan nos compran carne y pollo. Además recibimos ayuda de otras personas que nos donan ropa, algunos juguetes y algo de dinero para hacer compras más básicas o diarias. Toda esta ayuda la logramos obtener porque nosotros fuimos de frente y mostramos nuestra realidad, les dimos la oportunidad de venir, de que compartan con los chicos y que vean lo que nosotros hacemos.
-¿Cuántas familias van al comedor y merendero?
-Hoy en día hemos incorporado 12 familias más. Son 45 familias a las que estamos ayudando, cada familia tiene tres, cuatro chicos, pero también hay una mujer que tiene siete hijos. Nosotros no estábamos preparados para recibir a tanta gente, pero nos necesitan.
Esta situación nos ha sobrepasado, yo junto a mi equipo de trabajo somos todas personas que trabajamos a honoren, nadie nos paga nada. Nosotros hacemos todo este esfuerzo porque la gente tiene que subsistir.
Como país, todavía no salimos de la crisis economía, nosotros estamos en la crisis y más en este momento de pandemia. Yo creo que el hombre es mas arisco para pedir, y que vengan y me pidan por favor un arroz, un paquete de fideos para la familia es un poco duro. Ya no es como antes que solo venían mujeres con sus hijos, sino que ahora también vienen hombres con su familia. Es muy dolorosa toda esta situación que estamos viviendo, porque no vienen a pedirme plata sino que vienen a pedirme algo para comer.
-¿Qué medidas de prevención tomaron ante la situación sanitaria?
-Hace dos años un enfermero del Hospital Belgrano nos enseñó a cuidarnos, a usar cofia, a usar guantes, jabón. Eso fue algo que nos ayudó, porque logramos pasarles a los chicos la costumbre de lavarse las manos y cuidarse. Además recibimos ayuda de algunas empresas que nos donaron alcohol en gel, jabón y productos de limpieza.
Cada persona que entra la rociamos con alcohol, limpiamos a fondo todo el lugar con lavandina y repartimos a todas las familias barbijos y alcohol para que ellos también puedan cuidarse.
-A pesar de todas las medidas de prevención ¿tuvieron algún caso de Covid-19?
-Sí, hace tres semanas atrás se contagió Silvia, la cocinera. Estuvimos dos semanas parados y todos tuvimos que aislarnos preventivamente, pero suerte no hubo otro contagiado. Hoy, ella ya se encuentra bien y recuperada y por suerte nosotros ya pudimos volver a abrir y empezar a repartir alimentos a las familias.
Los médicos son los que corren con el mayor peligro de contagiarse, pero nosotros también porque estamos en constante contacto con la gente, haciendo trabajos sociales. Somos trabajadores esenciales y de sumo peligro, estamos trabajando en un barrio donde el 40% de la gente no respeta las normas de seguridad sanitaria. Hay mucha juventud que no le importa nada y anda sin barbijo.
-Hay una frase en las redes sociales del merendero que dice: “Por ellos hasta la última gota de sudor” por eso nos preguntamos, ¿de dónde sale esa fuerza y ganas de ayudar al prójimo?
-Muchas veces hasta yo me pongo a pensar que este trabajo es muy duro. Pero por suerte tengo compañeros que me alientan a seguir, por eso todos los días me levanto con la mentalidad de que hay que seguir ayudando y que no hay que dejar a la gente tirada.
“Por mas sonrisas y muchos estómagos llenos”, esa es otra de las frases que suelo decir, porque apuesto al futuro. Hoy en día nadie les da bola a los niños. Nadie se pone a pensar que detrás de un egresado o estudiante en una facultad primero hubo un niño. Y que capaz ese niño pudo tener otro futuro si no hubiese estado el comedor, porque no hubiesen recibido contención en un barrio en una zona roja.