Al caminar por las pobladas calles de Buenos Aires, donde sea que me encuentre, no puedo evitar sorprenderme al observar la excesiva cantidad de personas que se encuentran durmiendo en las veredas. Esta situación parece volverse más y más común en nuestra sociedad, a tal punto que aun teniéndola frente a nuestros ojos no somos capaces de reconocerla.