Días, semanas, meses han pasado y los escenarios siguen vacíos. El viento de la pandemia se llevó una incalculable cantidad de obras de teatro, recitales, películas que ahora se encuentran huérfanos, sin nadie a quien acudir, sin público. En medio de vaivenes interminables, numerosos artesanos del mundo artístico – para no decir todos – se quedan en el andén, estáticos, viendo pasar al tren de sus pasiones y de su razón de vivir.