La Noche de los Museos: selfies y fiesta en el Larreta
Por Iván Castro, 9:25 Hs. Lectura aprox.: 2 min.
La noche ya había caído sobre la Ciudad y estaba empezaba a teñirse de colores, sin duda se veía hermosa bajo tantas luces, el cielo se había despejado dando cuenta de que la supuesta lluvia pronosticada nunca llegaría, con 18 grados y una agradable brisa recorriendo las calles se había formado el clima perfecto para la edición número 16 de La Noche de los Museos, 280 espacios formaron parte de uno de los eventos culturales más esperados del año y más de 1.100.000 participaron según informes de El Gobierno de la Ciudad, fue la edición más transcurrida y eso se dejó ver en las calles.
El Museo Larreta, que presenta una estructura neocolonial y que alguna vez fuera residencia del escritor argentino Enrique Larreta se erguía imponente en la esquina de Juramento y Vuelta de Obligado; cuando el reloj marcaba las 20:30 ya había cola para ingresar al recinto, una fila que iba de esquina a esquina pero avanzaba medianamente rápido aunque la visita no tanto, las salas y habitaciones estaban abarrotadas de gente. Algo empezó a llamarme la atención: por momentos se formaban espacios de espera para poder observar una obra u otra, no porque la gente se tomara el debido tiempo para admirarlas y grabarse en la mente las imágenes de tales majestuosos trabajos, o porque se nutriesen de la información que rezan algunos carteles que acompañan las exhibiciones, sino que era para tomar fotos, el celular formaba parte de las manos de los concurrentes en todo momento, parejas, grupos de amigos, familias o solitarios no dejaban pasar la oportunidad de una selfie o hacer la mejor captura de las obras para compartirlas en los stories de Instagram, como si no hubiese tiempo de disfrutar el arte, solo de registrarlo, y así cometer el peor sacrilegio diría Walter Benjamin ante semejante escena.
Cuando por fin me abrí paso salí de la casa y llegue al famoso “jardin andaluz“, sin duda uno de los espacios más admirables del museo, que extrañamente había sido decorado con luces lasers para la ocasión, colores azules, rojos, violetas y verdes cruzaban el jardín de punta a punta, de fondo se podía escuchar el sonido de música electrónica, que mas tarde descubrí venía de un Dj que se encontraba tocando en vivo. En algunos momentos la oscuridad hacía difícil el paso y esto empeoró cuando unas máquinas comenzaron a largar humo, del mismo que se puede ver en fiestas o recitales. La escena remitía más una fiesta estilo “Creamfields“, totalmente ajeno al arte renacentista y barroco que caracteriza el lugar.
Cada vez son más los eventos culturales que se mezclan con el entretenimiento formando este tipo de híbridos, en los que un Dj puede convivir en un palacio renacentista junto con cuadros y esculturas del siglo XVII y quizás sea también este tipo de fórmulas las que den el éxito sobre un evento que año tras año logra acaparar un mayor número de jóvenes entre el público para los cuales La Noche de los Museos ya es una tendencia fuerte en la agenda de los eventos más esperados del año.