La Marcha del Orgullo: a 50 años de Stonewall
Por Azul Madlum, 8:05 Hs. Lectura aprox.: 3 min.
Se estima que más de 500 mil personas fueron partícipes de la Marcha del Orgullo de Buenos Aires llevada a cabo el pasado 2 de noviembre, donde la libertad de expresión, diversión, festejo, música y glitter fueron testigos de una celebración por la diversidad sexual.
Esta edición no fue sólo una marcha más, sino que este año es el aniversario n°50 de las manifestaciones espontáneas en protesta a un allanamiento policial que ocurrieron la madrugada del 28 de junio de 1969 en el boliche conocido como Stonewall Inn de Nueva York, donde por primera vez travestis, gays y lesbianas se rebelaron ante la injusticia y gritaron al unísono: “Estoy orgulloso de ser gay/de ser lesbiana/de ser travesti”.
En camino a la marcha soy una intrusa en medio de amigos, activistas y compañeros que se reúnen entre abrazos y gritos para ir a festejar. Veo más diversidad de la que se representa comúnmente en los medios: afroargentinos, latinos, asiáticos, hombres, mujeres, trans, no binaries, padres, abuelos, niños. Gente de todas las edades, de todos los géneros, de todas las sexualidades, de todas las etnias, unidas en un evento cuyo objetivo, más allá de disfrazarse, maquillarse, y bañarse en glitter, es tanto celebrar la comunidad LGBTIQ+, como también visibilizar casos de discriminación y exigirle reclamos, leyes y protocolos al Gobierno, como Aborto legal, seguro y gratuito para personas con capacidad de gestar; Separación política, económica y simbólica de la Iglesia y el Estado; Ley integral trans ya, entre otros.
Una de las frases que más escucho y leo en carteles es: “Dejen de matarnos”, y sonaba aún más fuerte tras el asesinato de “La Chicho” Cirinos, como la conocían, en la madrugada del domingo 27 de octubre en La Plata, que fue apuñalada hasta morir por Tomás Cerletti. “La marcha es una manifestación de existencia, de que estamos todas acá y existimos y que somos ignoradas y que somos vulneradas. La Chicho era una compañera travesti, y la mataron a puñaladas por decir un piropo”, me comenta con bronca e indignación Gonzalo, de 29 años. Y casualmente, la consigna de esta marcha fue “Por un país sin violencia institucional ni religiosa. Basta de crímenes de odio”.
Entre puestos de choripanes, de hamburguesas y hasta de fernet, me encu
entro con una agrupación de chicas que lleva carteles con frases como “La confianza no es un profiláctico”. Son parte del Proyecto de Preservativos para Vulvas, que exigen la creación de un nuevo preservativo para personas con vulvas en todas sus prácticas sexuales. Paloma, de 22 años, me explica que “hoy en día en Argentina nos recomiendan el uso de campo de látex, hecho desde un preservativo para penes. En otros países, por ejemplo, hay bastantes otros métodos como el preservativo vaginal, como dedales que tienen otra sensibilidad, que acá se consiguen pero en lugares de cosmética o de gastronomía, y en otros países los venden en sex shops justamente para poder utilizarlos durante el sexo”.
Mientras marchaban más de 28 camiones con drag queens bailando hasta el cansancio al compás de música pop por la Avenida de Mayo, se podía ver una alegría contagiosa y compartida entre una multitud de desconocidos que se dan cuenta que no están solos en esto, que posiblemente comparten experiencias con la persona que tienen al lado y que, más allá de los problemas que uno puede enfrentar día a día, hoy es un día para olvidarse un rato del mundo y celebrar su sexualidad.