La historia del Jueves Negro: el primer paso hacia la Gran Depresión del 29
Por Agustina Cicchitti, 12:1 Hs. Lectura aprox.: 4 min.
El 24 de octubre de 1929 sucedía la primera caída de la Bolsa de Valores de Nueva York, marcando el inicio del Crac del ’29, el cual desencadenó una crisis cuya estabilización llevó años.
El contexto
Con el triunfo de la Primera Guerra Mundial, y el posicionamiento como la primera potencia del mundo, Estados Unidos tuvo el viento a su favor. Las industrias y la economía norteamericana fueron protagonistas del desarrollo masivo que atravesaba el país. Esto generó, en 1925, la evolución exacerbante de los mercados, de exportación de materia prima y productos industriales. Por otro lado, algunos países de Europa y del resto del mundo todavía se recuperaban del conflicto bélico, por lo tanto carecían de capitales. La compra de mercadería exportada se volvía cada vez más escasa, lo que produjo un excedente de producción estadounidense, y el mercado interno no estaba preparado para solventar las cantidades que producía. El bajo consumo y la falta de compradores llevo a los inversionistas a enfocarse en la bolsa.
Más allá de la falta de solvencia, los índices bursátiles aumentaban cada día, enalteciendo a los inversores, que aumentaban alocadamente con ellos. La prosperidad de los primeros meses de la década de 1920 rondó sobre la euforia de quienes apostaban cada vez más a una bolsa “sobrevalorada”. Ya a fines de 1928 los índices presentaban altas y bajas constantes y considerablemente importantes, lo que alertaba a muchos inversores ya que se trataba de algo poco común dentro del mercado.
En marzo de 1929 hubo tres semanas de subidas constantes, y se rumoreaba que el Consejo de la Reserva Federal se reunía seguido en secreto, a causa de la sobrevaloración, para no generar incertidumbre en la sociedad que se encontraba inmersa en los años “felices”. Además, en septiembre del mismo año el promedio PER (Price to Earnings Ratio) de las acciones del índice Standard&Poors llegó a 32’6, lo que representó medidas históricas. Antes del crac, los números habían subido en exceso: los créditos estaban en 6000 millones de dólares, y el índice bursátil aumentado un 200% comparado con 1925.
El día del suceso
Con el paso de los meses la burbuja económica causada por la especulación en el mercado bursátil comenzaba a hacerse evidente. El 19 de octubre las pérdidas fueron de 7% y no volvieron a reponerse, incluso la situación empeoró el 24 de octubre, donde tras una serie de altas y bajas, se produjo la primera caída de la Bolsa de Valores, la cual llego a descender un 9%, lo que generó que los inversores comenzaran a vender sus acciones a escala masiva y por un valor mucho menor al que las habían obtenido. La caída del Dow Jones dejó en quiebra a bancos y a miles de empresas, además de miles de trabajadores sin empleo y familias sin ingresos económicos. La magnitud del pánico que causó el acontecimiento fue tanta que tuvo que clausurarse la bolsa. En las calles las personas comenzaban a mostrar su preocupación.
Esa fecha tan significativa denominada entonces Jueves Negro, no fue peor que el martes siguiente, también llamado Martes Negro (29 de octubre) donde el índice bursátil descendió más que en cualquier otra jornada. La caída empeoro y en enero del año siguiente el mercado tocó fondo.
Para entonces no solo la Bolsa de Valores de Wall Street, también las de Chicago y Buffalo se encontraban gravemente perjudicadas.
Los diarios se llenaban de noticias que preocupaban, las calles se llenaban de gente reclamando por empleo y por sus depósitos bancarios, los comedores comunitarios no daban abasto para alimentar a quienes lo habían perdido todo.
El portal ABC de España recuperó las portadas de varios de los diarios del mundo sobre la gran crisis en esta nota.
La reacción del gobierno
En los años siguientes el presidente Herbert Clark Hoover (republicano) consideró a la crisis como algo pasajero, y no logró con sus medidas revertir la situación económica del país. En 1933, tras nuevas elecciones, Franklin D. Roosevelt ocupo la presidencia e impulsó el New Deal (1933- 1937) con el fin de reactivar la economía, mediante la intervención del Estado, la cual se transformaría en mixta. Fue así que, a través de medidas como el proteccionismo arancelario, ayudas económicas a entidades bancarias, construcción de obras públicas, impulso de la producción industrial, entre otras, logró una lenta pero notable mejoría. A este día, uno como hoy pero hace 91 años, le siguieron 10 años de desequilibrio económico que afectaron principalmente a Estados Unidos, pero también al mundo.
En el cine
Este suceso histórico fue relatado por muchos autores literarios y directores de cine, que cuentan historias particulares al respecto. Algunas películas recomendadas que nos transportan a la realidad de aquella década son:
Las uvas de la ira (1940) de John Ford, basada en la novela homónima de John Steinbeck, y considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 1989. Cuenta la historia de una familia de granjeros de Oklahoma que es expulsada de su tierra y tienen que emigrar a California. Realizan un extenso viaje, pasando por diversas vicisitudes desfavorables de lo que suponían que era el paraíso.
Los viajes de Sullivan (1941), de Preston Sturges, narra a través del humor el contexto de la Gran Depresión. En la historia, Sullivan (Joel McCrea), un director de filmes, decide dar un giro a su estilo escapista e inclinar su carrera a relatar la realidad social de pobreza de la época; para ello se disfraza de indigente, y junto a una aspirante a actriz que se cruza en su camino viven distintas aventuras.
Luna de papel (1973), de Peter Bogdanovich, como adaptación de la novela de Joe David Brown Addie Pray, que representa la Gran Depresión mediante un filme de comedia dramática. Relata la vida Moses (Ryan O’Neal), que se dedica a estafar a viudas, y su relación con Addie (Tatum O’Neal, su hija en la vida real), que dice ser hija suya y de una ex amante que acaba de morir.