“La Argentina, cuando pone lo que hay que poner, tiene la capacidad de hacer cosas de primer nivel mundial”
Por María Belén Gómez Iovanna, 9:30 Hs. Lectura aprox.: 9 min.Isec Post dialogó con Alfredo Hazarabedian, Jefe de división de Materiales Avanzados de CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), quien formó parte del proyecto del Saocom 1B. Este Satélite Argentino de Observación con Microondas fue lanzado desde Cabo Cañaveral este domingo 30 de agosto.
En 2018 se lanzó el satélite Saocom 1A y junto al 1B conforman una constelación que permite el monitoreo de la superficie terrestre. El Saocom 1B ya está en órbita y brindará información importante para nuestro país.
Alfredo participó en la fabricación de los paneles estructurales del satélite y los respectivos ensayos, y nos contó sobre el funcionamiento y los beneficios del mismo.
-¿Qué participación tuviste en la misión del Saocom 1B?
-Nosotros tuvimos que desarrollar los procesos de fabricación para lograr fabricar esa estructura liviana que tiene que soportar la parte electrónica que es la parte propiamente dicha del radar. Yo vengo de la ciencia y los materiales, yo me recibí de físico soy licenciado y doctor en física dentro del Instituto Balseiro. La física es, dentro de las ciencias que tratan de explicar aspectos de la naturaleza, la que más se acerca a las matemáticas, la más exacta. Y es así que los físicos nos metemos en un montón de ramas, yo trabajo en satélites. Cuando nos ofrecieron trabajar en esto nos zambullimos.
-¿Estuviste involucrado en lanzamiento del Saocom 1A?
-También. Mi función no tiene que ver con el lanzamiento, sino que es fabricar una parte que una vez fabricada iba a la Conae, se le ponían un montón de cosas arriba y después esa cosa iba a Bariloche, ahí se montaba sobre la otra parte del satélite que hacía el INVAP, eso se subía a un avión y se iba a Estados Unidos y se lanzaba de ahí. Entonces, así como las empresas que fabrican las partes de los autos se llaman autopartistas, como nosotros fabricamos partes de satélite, yo digo en chiste que somos “satélitepartistas”. Entonces nuestra responsabilidad era fabricar eso con la forma y la exactitud, la dureza y la resistencia, para que aguantara las fuerzas pero que a su vez sea liviano como una pluma. Nuestra responsabilidad era fabricar esa estructura de material compuesto, ponerle todos los lugares donde había que atornillar un instrumento y todo ese tipo de cosas. Y todo eso se hizo en otro lado. Por supuesto, estábamos siempre pendientes de los ensayos y las observaciones. Cuando uno hace esto, una de las cosas que hace para asegurarse de que salga bien es mucho ensayo, en los que someten la pieza a condiciones más severas de las que va a sufrir en su vida entera o en el lanzamiento y probas que se despliegue y todo eso. El lanzamiento del 1B nos agarró en el aislamiento social, preventivo y obligatorio, pero en el lanzamiento del 1A, si bien el Gobierno no le dio mucha bolilla, hubo un par de eventos que organizamos. y yo le preguntaba a este ingeniero con el que hicimos el diseño: “Horacio, ¿estás nervioso?” y me dijo “No la verdad que no”. Uno está ansioso hasta lo último, y cuando se despliega el satélite y se separa del cohete y todo eso, pero estas ansioso porque querés ver el resultado del trabajo. En el fondo estas tranquilo porque trabajaste mucho, le pusiste mucho cráneo, le hiciste muchas pruebas y hubo mucho desarrollo. Así que es un proceso muy largo y también muy caro pero el resultado está a la vista.
– Teniendo en cuenta esto que mencionas del contexto de aislamiento en el que se dio el lanzamiento de este último satélite, ¿Qué diferencias en la forma de trabajo con respecto al Saocom 1A podés destacar?
Lo distinto fue para la gente que estuvo en la última parte. El Saocom 1B salió para Estados Unidos a fines de diciembre y se iba lanzar en marzo, y después se iba a lanzar en julio. Entonces ya estaba todo listo, los que la sufrieron un montón fueron los que estaban allá, que fueron en marzo y les dijeron “se para todo porque hay COVID, vuélvanse a casa”. Esto coincidió con la época en la que la gente quedaba varada en los otros países. Entre toda la gente que había que repatriar estaban nuestros profesionales y técnicos que se encontraban en Cabo Cañaveral. Y volvieron. También con esto de la pandemia nos postergaron el lanzamiento porque Estados Unidos tenía que mandar otra misión. La gente que ya estaba lista tuvo que estar un mes más aislada en Estados Unidos, porque ir y volver implicaba hacer cuarentena acá y después hacer de nuevo para entrar allá. Así que los más afectados fueron ellos.
-¿Qué significa para la Argentina el lanzamiento del Saocom 1B?
-Lo interesante de esto es como la Argentina, cuando pone lo que hay que poner en recursos humanos y económicos, tiene la capacidad de desarrollar y hacer algunas cosas que son de primer nivel mundial. Un radar de apertura científica es un instrumento complicado. Para hacerlo tenés que fabricar un radar especial que además está puesto arriba de un satélite. Poner cosas arriba de un satélite es una cosa particularmente difícil, porque el espacio parece tranquilo, pero es bravo, a los instrumentos electrónicos y a los materiales realmente les exige mucho. Fue una meta muy ambiciosa hacer un satélite de estos. Un satélite con un radar de apertura sintética solo 10 países tienen; con tecnología propia, 7: y con la tecnología y el tipo de microonda que nosotros usamos, solo Japón y nosotros tenemos. Para que te des una idea había que fabricar piezas muy precisas de titanio, eso no se hacía en Argentina y nosotros empezamos a hacer esas cosas. La necesidad y la resolución de problemas son lo que impulsa el desarrollo económico de un país. Algo muy importante es la continuidad, esto no tiene de cortarse. Si no haces nada espacial por cinco años la gente tiene que comer y va a buscar trabajo de otra cosa, se desarman los equipos de trabajo. Lo ideal es tener un proyecto atrás de otro.
-¿Cómo funciona el Saocom 1B?
-El satélite es un radar de apertura sintética, junta la tecnología de radar con el procesamiento por computadora. Con eso nuestra antena, que es como una parrilla, manda una ondita de microondas que viaja a la Tierra y vuelve. Saca una foto de “microondas” de la Tierra, pero también hay una cosa que se llama interferometría. Toda esa tecnología de procesamiento de señal está metida en el Saocom, lo que nos permite ver montones de cosas: qué hay en la superficie, la humedad del suelo (que en un país como el nuestro te dice muhísimo), se puede ver qué está construido, entre otras cosas. Desde el espacio tenés tal nivel de cobertura que te permite analizar un área muy grande con mucha eficiencia. La principal aplicación que tiene este satélite tiene que ver con cómo nosotros lo utilizamos para entender cómo funcionan los cultivos, la humedad del suelo, las lluvias; con el fin de mejorar el rendimiento económico. Entonces, si bien un satélite es caro con todo eso se paga, porque producís mucho más. Ese es el balance de la cuenta económica de un satélite como el nuestro.
-A partir de la puesta en órbita del satélite y ya en operación, ¿Cuáles son los principales objetivos del mismo? ¿Qué campos se benefician?
-Una de las cosas para las que también se va a utilizar el satélite tiene que ver con lo que se llama gestión de emergencia. Si ocurre, por ejemplo, un terremoto en el mundo, ya sea por cooperación internacional o por el Gobierno responsable del lugar, tenés que evaluar qué pasó, qué se dañó, qué personas están en riesgo y cómo llegar. Cuando hay una emergencia ambiental o humanitaria, los satélites que pasan por ese lugar van a sacar una foto de eso y van a dar información. La información que nuestro satélite saca es distinta de otra, pero si se junta con otras fotos que sacan los satélites italianos (también con radar de apertura sintética) que forman la constelación con Argentina, la capacidad de combinar la banda X italiana y L argentina es única en el mundo, se obtienen datos que son únicos.
Otras herramientas tienen que ver con la seguridad nacional. Por ejemplo, en cuanto a la pesca furtiva y los barcos que se ponen en nuestra plataforma marina. El satélite permite tener una cobertura más eficiente de la zona exclusiva de pesca argentina. El radar además puede sacar fotos sin importar si está nublado o es de noche.
-¿Cuáles son las diferencias entre el Saocom 1A y el Saocom 1B? ¿Se complementan entre sí?
-Son iguales. Uno de los capitales más importantes que se tiene en el espacio es saber que algo funcionó. Si algo funcionó, cambiarlo te genera incertidumbre y hacerlo igual es, como decimos en fútbol: “el equipo que gana no se toca”. Como el Saocom 1A salió bien, el Saocom 1B lo hicimos idéntico. El satélite 1A pasa una vez por día, siempre por el mismo lugar. Ahora, el 1B viene atrás, hace el mismo recorrido pero un poco más atrás. Entonces en vez de pasar una vez por día, pasas dos veces. Si antes podías sacar una foto por día de la Argentina, ahora sacas dos fotos.
-Con este último lanzamiento se conformó la primera constelación de satélites argentinos, ¿Qué beneficios económicos trae para nuestro país?
-Cuando dos satélites sacan la misma foto en el mismo lugar, podés hacer un procesamiento de señal, que es bastante complicado. Pero también, nuestro satélite no puede estar sacando fotos todo el día porque no tiene ni las baterías, ni la cantidad de celdas solares que requeriría eso. Un cuarto del tiempo tiene la capacidad de sacar fotos. Entonces, tener dos satélites te duplica la cantidad de fotos que podés sacar y se puede hacer una cobertura mucho más amplia. Y la otra cosa es que vos tenés un montón de modos de sacar fotos, porque esta antena tiene varias formas de operar. Hay tipo de foto A, B, C…Pero cuando el satélite pasa podés elegir sacar solo un tipo de foto, si tenés otro satélite podés sacar dos tipos de foto de un mismo lugar.
-Hay una frase del presidente con gran repercusión en la que afirma que este es un “Gobierno de científicos”, ¿Crees que realmente es así?
-Yo creo que es así. No sé si es un Gobierno cien por ciento de científicos, pero sí es un Gobierno donde los científicos tenemos gente que nos escucha o se nos preguntan cosas. Pasó con este asunto de la pandemia que están continuamente consultando a epidemiólogos y científicos en el área de la salud, pero también científicos en otras áreas.
-Durante los lanzamientos de los distintos satélites el Gobierno de turno se ha apropiado de los logros conseguidos por las instituciones, ¿Cómo te llevas con ese tironeo político?
-Yo te diría dos cosas. Nosotros lanzamos el Saocom 1A y 1B, y el plan era lanzar el Saocom 1A, 1B, 2A y 2B. Ese era el plan que se tenía en el país hasta el 2015. El Gobierno anterior, del PRO, cortó esa línea de trabajo. Directamente desactivó el lanzamiento de otros dos satélites que hoy tendríamos que estar haciendo. O sea, hoy mientras estamos lanzando el Saocom 1B, yo tendría que estar terminando de fabricar el 2A y empezando a fabricar el 2B. Ese plan se cortó. Yo me sentí muy dolido con el Gobierno anterior porque sentí que hubo un mensaje fuerte y claro de no darle importancia al lanzamiento del Saocom 1A. En cambio, este Gobierno aprovechó para decir eso de los científicos. Está bien yo soy científico, me va a emocionar y me va a enorgullecer eso, pero hay una diferencia que quedó muy clara para mí. Es cierto que se sacan la foto, que se apropian. Yo no escuché a Mauricio Macri decir esa frase, pero me han dicho que él consideraba hacer satélites tirar heladeras al cielo, entonces no comparto esa idea.
-¿Cuál es el siguiente paso en la rama espacial-científica para la Argentina?
-Los organismos como la CNEA y Conae planificamos. Tenemos como planes globales y particulares, y Argentina se define a sí misma desde la Conae como un país espacial, como un país con un plan espacial como lo somos en lo nuclear. Nosotros tenemos un problema que es que somos un país que no es chico territorialmente, pero como volumen económico somos un país chico. No tenemos la capacidad económica de hacer muchos satélites al mismo tiempo. Hacerlo es como que abarcas mucho y apretas poco. En la medida en que no crezcamos económicamente como que… como que cuesta. Pero la otra cosa es que hay toda una moda ahora de microsatélites y nanosatélites. Lo interesante de eso es que un satélite de esos, solito, al lado de lo que estamos haciendo nosotros no hace mucho, no tiene el mismo desempeño. Pero uno puede en vez de hacer un satélite grande hacer muchos satélites chiquitos que viajen todos juntos, como una bandada de satélites. En vez de hacer un satélite grande de 3 toneladas y algunos cientos de millones de dólares, ¿Por qué no hacer un montón de satélites más chiquititos, berretas, que puedan fallar? Porque vos le pones mucha plata y mucho costo al hecho de que esto no puede fallar, porque falla todo al mismo tiempo. Ahora, si vos mandas doscientos que hagan lo mismo que el otro y te fallan quince, no pasa nada. Y para hacer eso tenés que hacer que todo se comunique entre sí, arquitectura segmentada se llama. Esta otra forma de hacer las cosas también es un desafío tecnológico, y nos pone más en el criterio que se está pensando ahora de hacer satélites. La arquitectura segmentada es algo que también está más a tiro de una pyme o de una facultad. Otro derrame de esto es que Conae está armando carreras de ingeniería, que tiene que ver con formar gente que pueda participar en proyectos satelitales. Pero lo importante es, como te decía hace un rato, que esto tenga continuidad.