Federico Fernández: un bailarín con compromiso social y político
Por Luna Jazmín Graciano, 6:53 Hs. Lectura aprox.: 7 min.
Federico Fernández es reconocido como primer bailarín de la compañía estable del Teatro Colón y el creador y director artístico de la compañía Buenos Aires Ballet. Sin embargo, ese no es su único rol ya que en las pasadas elecciones legislativas fue candidato a legislador en la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Todxs.
En el Día del Trabajador, Federico no dudó en brindar unos momentos para hablarnos de sus dos pasiones: la danza y el compromiso social.
Con mucho cariño recuerda su infancia junto a su familia, en especial rememora su madre Diana como una mujer trabajadora y con un gran talento para tocar el piano. Ella no solo trajo la música, sino que también una historia relacionada con uno de los hechos más dolorosos de nuestra historia, La Dictadura Militar.
“Mi mamá se casó con Daniel a los 16 años y tuvieron su primer hijo, mi hermano Nicolás. A los dos años de nacido de mi hermano, su padre desapareció. Así que mi hermano se crió con una madre adolescente y yo con una mujer que se fue formando con los vaivenes de nuestra historia, como la mayoría de la gente de este país y esa generación…Estoy criado con una consciencia distinta, quizás de otros compañeros y compañeras de mi misma generación. Tiene que ver con algo, vivido, que fue mamado. Nací en democracia, pero la dictadura estuvo dentro de mi familia muy metida”
Si bien reconoce que esta parte de su historia fue importante en el desarrollo de su compromiso social, sostiene que fue más su adolescencia durante el menemismo que lo llevó a involucrarse con la política. Durante este periodo, Fernández recuerda como su familia buscaba sobrevivir con la pensión de 150 pesos su madre y los esporádicos trabajos informales que obtenía ella por no tener un título secundario.
“Mi mamá se casó con Daniel a los 16 años y tuvieron su primer hijo, mi hermano Nicolás. A los dos años de nacido de mi hermano, su padre desapareció. Así que mi hermano se crió con una madre adolescente y yo con una mujer que se fue formando con los vaivenes de nuestra historia, como la mayoría de la gente de este país y esa generación…Estoy criado con una consciencia distinta, quizás de otros compañeros y compañeras de mi misma generación. Tiene que ver con algo, vivido, que fue mamado. Nací en democracia, pero la dictadura estuvo dentro de mi familia muy metida”
Si bien reconoce que esta parte de su historia fue importante en el desarrollo de su compromiso social, sostiene que fue más su adolescencia durante el menemismo que lo llevó a involucrarse con la política. Durante este periodo, Fernández recuerda como su familia buscaba sobrevivir con la pensión de 150 pesos su madre y los esporádicos trabajos informales que obtenía ella por no tener un título secundario.
“Me di cuenta que el famoso ‘que se vayan todos’ no era ninguna solución, sino que lo que era primordial era tener el compromiso de ser parte de eso y que todos éramos parte de un cambio. Porque si somos todos lo mismo no hay nada, no hay sistema. El compromiso es de todo nosotros. Ahí aprendí a que uno tenía que comprometerse, de alguna forma, como sea desde su lugar…Era todo muy complicado, pero me incentivó a compromiso diario.”
En lo respectivo a su carrera, comenta que afortunadamente no tuvo que enfrentarse a prejuicios machistas referidos a los bailarines de ballet. Sin embargo, los prejuicios contra los que lucha hasta el día de hoy son sobre el bailarín como trabajador.
“Cada vez que hemos hecho algún reclamo respecto a lo laboral, se nos mira como ‘Pero si vos haces lo que queres ¿Qué queres? ¿Cobrar por eso?’ o ‘Búscate un trabajo digno’. Tiene que ver con una batalla cultural que hay que darla, que es histórica. Ha mejorado en muchas ocasiones y en otras ha retrocedido, pero tiene que ver con algo muy cultural, arraigado, que toda expresión artística está vista más como un hobbie que una decisión de vida y un trabajo.”
“Cada vez que hemos hecho algún reclamo respecto a lo laboral, se nos mira como ‘Pero si vos haces lo que queres ¿Qué queres? ¿Cobrar por eso?’ o ‘Búscate un trabajo digno’. Tiene que ver con una batalla cultural que hay que darla, que es histórica. Ha mejorado en muchas ocasiones y en otras ha retrocedido, pero tiene que ver con algo muy cultural, arraigado, que toda expresión artística está vista más como un hobbie que una decisión de vida y un trabajo.”
El primer bailarín del Teatro Colón no duda en usar su voz para luchar por los derechos laborales de sus colegas. Luego de los dichos de Paloma Herrera posteriores a su renuncia a la dirección del Ballet Estable, él fue uno de los voceros más notorios sobre las dificultades que presentan los bailarines y bailarinas del teatro, entre ellas, la dificultad que tienen para poder jubilarse.
“Nosotros tenemos un modo jubilatorio que viene un poco antes del menemismo cuando se empezó a hablar de que la ciudad iba a ser autónoma. Al dejar de haber intendente, pasa a autónoma y nuestra caja municipal que tenía exclusivamente el Teatro Colón, es absorbida por Nación ¿El ballet? ¿Dónde queda? Al no existir la caja municipal, el bailarín del Teatro Colón se jubila con la jubilación ordinaria a los 60/65 años porque todo va por las leyes nacionales que son las del ANSES. Aparece en ese momento como que una resolución que había sido del ballet, era una jubilación como de privilegio y especial. Lo que nunca se entendió que no era especial y ni de privilegio, sino que era diferencial porque nosotros no podemos seguir de los 40, 45 años. En general el cuerpo te da hasta un límite.
Nosotros tenemos una función pública, dependemos de la exposición pública, nuestro salario, nuestros recursos públicos y nuestra jubilación debe ser acorde a eso que nosotros brindamos. Durante muchos años existió esa jubilación. El bailarín se retiraba con 20 años de servicios. Esto no sucede, entonces tenemos un taponamiento, lamentablemente, de bailarines entre 50 y 60 años que no pueden jubilarse. Por suerte son los menos hoy (20 0 25).”
En el programa de Giselle bajo la nueva dirección 70 bailarines fueron convocados mientras que Paloma convocaba alrededor de 40. De acuerdo a Federico, esto se debió a que había una decisión personal de la ex directora sobre que ciertos bailarines que pasaban la edad de cuarenta años no fueran convocados. “Había un montón de personajes de corte de madre, de abuela, de tío, que no los tiene porque hacer una persona de veinte años, que está preparada para seguir saltando, estar en puntas las mujeres o los varones con mallas y chaquetas. Hubo una elección de Paloma de a los bailarines que eran más grandes, que pueden aportarnos artísticamente, dejarlos en su casa.”
De igual manera, llevando a una situación personal, el bailarín reflexionó sobre el propio problema jubilatorio que enfrentará en un futuro y que actualmente enfrenta su ex compañera, Nadia Muzyca. Ambos fueron nombrados primeros bailarines hace más de quince años por Lidia Segni, ex directora del ballet, ante la falta de concursos abiertos para ocupar los puestos. Sin embargo, este nombramiento no es oficial dentro de los documentos oficiales del Teatro. Allí, ambos aparecen como miembros del cuerpo de baile.
“El día de mañana cuando me toque la jubilación me voy a ir con un sueldo mucho más bajo, no porque actualmente tengamos tanta diferencia entre un cuerpo de baile y un bailarín, pero que después si termina siendo una gran diferencia. Y además no está el reconocimiento de lo que yo cumplí y cumplo para el teatro como primer bailarín”
Federico considera que esto fue también una de las cosas que lo acercó más a la política hasta culminar en que sea uno de los elegidos para aparecer en la lista del Frente de Todxs de la Ciudad de Buenos aires en las últimas elecciones legislativas.
“Cuando empecé a entender que yo pertenecía a un organismo público, a un teatro público, que dependía directamente de las políticas culturales de la ciudad para transmitir o no nuestra actividad artística, comencé a darme cuenta de cómo funcionaba el sistema público y en qué lugar se nos ponía a los artistas. Y si así estábamos los artistas del ámbito público ¿Cómo estaban lo que no dependían de una política clara oficial y eran independientes? Empecé a entender el lugar que ocupaba yo también. Si a mí se me dio un lugar y estaba en un lugar de visibilidad, tenía que tener un compromiso también con lo que yo hacía y decía”.
Su militancia comenzó internamente dentro de las inmediaciones del teatro antes de aproximarse a la política partidaria en sí. Eso fue lo que lo llevó a salir de lo que veía dentro del Colón y exponer problemáticas que no solo incluían su lugar de trabajo sino también a las actividades culturales en el ámbito oficial e independiente. Luego de encontrarse en ese camino con grandes dificultades, llegó a la conclusión que todo estaba relacionado con políticas culturales.
“Si un bailarín del ámbito oficial no lo entiende es un gran problema. Que nosotros digamos que el artista no tiene que tener voz política o partidaria es un grave problema que nos ha dejado siempre de las discusiones reales y por eso nosotros también en esa burbuja de intocables y elitista, que no es real. Va en detrimento no solo de todos nosotros sino también de la construcción cultural de nuestra ciudad. En el momento que el artista no se compromete, sin hablar de partido político, sino políticas de estado, lo que uno haga y dice interfiere directamente y es atravesado por las decisiones de alguien más que no son nuestras. Entonces si nosotros no empezamos a poner esas voces y comprometernos desde ese lugar es muy difícil exigirle a un gobernante.”
“Nosotros tenemos un modo jubilatorio que viene un poco antes del menemismo cuando se empezó a hablar de que la ciudad iba a ser autónoma. Al dejar de haber intendente, pasa a autónoma y nuestra caja municipal que tenía exclusivamente el Teatro Colón, es absorbida por Nación ¿El ballet? ¿Dónde queda? Al no existir la caja municipal, el bailarín del Teatro Colón se jubila con la jubilación ordinaria a los 60/65 años porque todo va por las leyes nacionales que son las del ANSES. Aparece en ese momento como que una resolución que había sido del ballet, era una jubilación como de privilegio y especial. Lo que nunca se entendió que no era especial y ni de privilegio, sino que era diferencial porque nosotros no podemos seguir de los 40, 45 años. En general el cuerpo te da hasta un límite.
Nosotros tenemos una función pública, dependemos de la exposición pública, nuestro salario, nuestros recursos públicos y nuestra jubilación debe ser acorde a eso que nosotros brindamos. Durante muchos años existió esa jubilación. El bailarín se retiraba con 20 años de servicios. Esto no sucede, entonces tenemos un taponamiento, lamentablemente, de bailarines entre 50 y 60 años que no pueden jubilarse. Por suerte son los menos hoy (20 0 25).”
En el programa de Giselle bajo la nueva dirección 70 bailarines fueron convocados mientras que Paloma convocaba alrededor de 40. De acuerdo a Federico, esto se debió a que había una decisión personal de la ex directora sobre que ciertos bailarines que pasaban la edad de cuarenta años no fueran convocados. “Había un montón de personajes de corte de madre, de abuela, de tío, que no los tiene porque hacer una persona de veinte años, que está preparada para seguir saltando, estar en puntas las mujeres o los varones con mallas y chaquetas. Hubo una elección de Paloma de a los bailarines que eran más grandes, que pueden aportarnos artísticamente, dejarlos en su casa.”
De igual manera, llevando a una situación personal, el bailarín reflexionó sobre el propio problema jubilatorio que enfrentará en un futuro y que actualmente enfrenta su ex compañera, Nadia Muzyca. Ambos fueron nombrados primeros bailarines hace más de quince años por Lidia Segni, ex directora del ballet, ante la falta de concursos abiertos para ocupar los puestos. Sin embargo, este nombramiento no es oficial dentro de los documentos oficiales del Teatro. Allí, ambos aparecen como miembros del cuerpo de baile.
“El día de mañana cuando me toque la jubilación me voy a ir con un sueldo mucho más bajo, no porque actualmente tengamos tanta diferencia entre un cuerpo de baile y un bailarín, pero que después si termina siendo una gran diferencia. Y además no está el reconocimiento de lo que yo cumplí y cumplo para el teatro como primer bailarín”
Federico considera que esto fue también una de las cosas que lo acercó más a la política hasta culminar en que sea uno de los elegidos para aparecer en la lista del Frente de Todxs de la Ciudad de Buenos aires en las últimas elecciones legislativas.
“Cuando empecé a entender que yo pertenecía a un organismo público, a un teatro público, que dependía directamente de las políticas culturales de la ciudad para transmitir o no nuestra actividad artística, comencé a darme cuenta de cómo funcionaba el sistema público y en qué lugar se nos ponía a los artistas. Y si así estábamos los artistas del ámbito público ¿Cómo estaban lo que no dependían de una política clara oficial y eran independientes? Empecé a entender el lugar que ocupaba yo también. Si a mí se me dio un lugar y estaba en un lugar de visibilidad, tenía que tener un compromiso también con lo que yo hacía y decía”.
Su militancia comenzó internamente dentro de las inmediaciones del teatro antes de aproximarse a la política partidaria en sí. Eso fue lo que lo llevó a salir de lo que veía dentro del Colón y exponer problemáticas que no solo incluían su lugar de trabajo sino también a las actividades culturales en el ámbito oficial e independiente. Luego de encontrarse en ese camino con grandes dificultades, llegó a la conclusión que todo estaba relacionado con políticas culturales.
“Si un bailarín del ámbito oficial no lo entiende es un gran problema. Que nosotros digamos que el artista no tiene que tener voz política o partidaria es un grave problema que nos ha dejado siempre de las discusiones reales y por eso nosotros también en esa burbuja de intocables y elitista, que no es real. Va en detrimento no solo de todos nosotros sino también de la construcción cultural de nuestra ciudad. En el momento que el artista no se compromete, sin hablar de partido político, sino políticas de estado, lo que uno haga y dice interfiere directamente y es atravesado por las decisiones de alguien más que no son nuestras. Entonces si nosotros no empezamos a poner esas voces y comprometernos desde ese lugar es muy difícil exigirle a un gobernante.”
La esperanza es lo último que pierde Federico Fernández, tanto en su carrera política como en la danza. Sostiene con gran orgullo que, si bien él no milita para estar en una lista de candidatos, ante otra oportunidad volvería a intentarlo. “Milito para algún día ser parte de algún tipo de transformación sea donde tenga que ser, si es en una lista en una lista, si es acompañando, acompañando y es simplemente votando, será votando. Creo que es el compromiso de cada uno y cada una para que esto cambie, no importa donde, pero donde estamos tenemos que hacer algo.”
Ahora, bajo la nueva guía de Jorge Telerman como director general y de Mario Galizzi como director del BETC, los cambios ya comienzan a ser visibles dentro de las paredes del Teatro Colón, solucionando inclusive algunos problemas que no habían podido ser resueltos en la anterior gestión del ballet.
“En el ballet se generó un cambió de 180 grados porque Mario es un director dialoguista y entiende porque debe existir la estabilidad laboral en argentina, mucho más en un ballet y la defiende públicamente. Eso para nosotros es un montón y tiene un valor agregado por encima de otros directores porque lo dijo públicamente, no solo en la sala de ensayo. Estamos mejor e inclusive tenemos un asistente de dirección nueva, Silvina Perillo, una ex bailarina del colón, una gran figura de la danza que tiene muy claro cómo debe funcionar un ballet.
Respecto a la dirección general, si bien es muy reciente, se ve un director que camina por los pasillos, que antes no pasaba…Habla con los bailarines cuando se los cruza, los saluda amablemente”
Es pronto para saber el futuro del Teatro Colón bajo esta nueva dirección, pero si es algo que el primer bailarín tiene claro es que para que las cosas salgan bien “Es cuestión de saber gestionar y tener el ego bien ubicado.”
Ahora, bajo la nueva guía de Jorge Telerman como director general y de Mario Galizzi como director del BETC, los cambios ya comienzan a ser visibles dentro de las paredes del Teatro Colón, solucionando inclusive algunos problemas que no habían podido ser resueltos en la anterior gestión del ballet.
“En el ballet se generó un cambió de 180 grados porque Mario es un director dialoguista y entiende porque debe existir la estabilidad laboral en argentina, mucho más en un ballet y la defiende públicamente. Eso para nosotros es un montón y tiene un valor agregado por encima de otros directores porque lo dijo públicamente, no solo en la sala de ensayo. Estamos mejor e inclusive tenemos un asistente de dirección nueva, Silvina Perillo, una ex bailarina del colón, una gran figura de la danza que tiene muy claro cómo debe funcionar un ballet.
Respecto a la dirección general, si bien es muy reciente, se ve un director que camina por los pasillos, que antes no pasaba…Habla con los bailarines cuando se los cruza, los saluda amablemente”