Entrevista a Mauro Federico: "Alberto no tiene método, desdeñó la comunicación política"
Por Patricio Germán Nanzo, 10:1 Hs. Lectura aprox.: 7 min.
IsecPost entrevistó al experimentado periodista, que actualmente conduce Wake Up, por Delta 90.3, forma parte de la famosa mesa de Polémica en el Bar (América) y es Editor General en dataclave.com.ar. Su mirada sobre la actualidad del país: la pandemia, las elecciones y la rosca política.
La Argentina no es la excepción de lo que ha pasado en el mundo. La pandemia nos ha golpeado duramente, tal vez con la particularidad de que en nuestro país ha habido un primer tramo de la pandemia en la cual hubo un nivel de precauciones que algunos entendieron como exageradas, sin ver el efecto de la pandemia. Al cabo de un tiempo pensamos “bueno, ¿para esto nos restringimos tanto?” y tuvimos un segundo año más duro, en cuanto al volumen de contagios y de muertes. Pero yo separo al país del gobierno. Creo que los ciudadanos y ciudadanas están atravesando por un período de saturación respecto a lo que significó el peso de las restricciones. A pesar de eso es muy valorable el cumplimiento de las medidas por parte de la gente. Respecto al Gobierno, creo que han tenido conductas contradictorias y erráticas, a pesar de haberse aferrado al esquema de restringir más allá de la presión de la ciudadanía.
En este sentido, ¿Cuál es la cuota de responsabilidad que nos cabe a los ciudadanos por el desborde de casos?
Creo que fue una combinación de situaciones. Por un lado el hartazgo, por la prolongación de las restricciones. Por otro, el sentimiento de que la situación estaba controlada, lo que derivó en un relajamiento, como vimos en el verano de este año y en el feriado de Semana Santa.
¿Y cuál es la cuota de responsabilidad del Gobierno nacional en el manejo de la pandemia?
Hubo muchos errores. Lo primero que hizo el Gobierno fue depositar la responsabilidad de comunicar todo lo que tuviera que ver con la pandemia en el presidente. Él asumió ese protagonismo y eso funcionó en una primera etapa. Pero la reiteración de esa fórmula empezó a generar un efecto de saturación y la palabra del presidente se empezó a devaluar. Más allá de eso creo que se rodeó muy bien. Soy de los que piensan que el equipo del ministro Ginés González García, con Carla Vizzotti como factor fundamental y el gabinete de asesores que conformó son gente muy capacitada. El punto de quiebre creo que se dio cuando la oposición percibió en la prolongación de las restricciones un punto de debilidad del Gobierno.
En ese contexto, y teniendo en cuenta que vivimos en un país muy personalista: ¿crees que se vio afectada la imagen de Alberto Fernández?
Me parece que en un primer momento ese personalismo funcionó. Pero creo que Alberto abusó de eso y también de su autoconfianza para ser el catalizador y el intérprete de los sentimientos de la gente, y no contó con un factor que me parece fundamental: que la intuición te puede ayudar y hasta puede resultarte beneficiosa, pero cuando eso falla hace falta método. Y Alberto no tiene método. No es una persona que crea en la comunicación política ni aferrarse a un esquema de trabajo vertebrado en la comunicación. Alberto desdeñó la comunicación política. Depositó todo en su confianza y en un conjunto de gente que lo rodeaba, que le decía que todo estaba bien. Y vos necesitas a alguien que te diga “no, así no, es por acá”.
Pero dentro del Gobierno, los errores se deben percibir. Entonces, ¿no es importante ahí la figura de Cristina Fernández para salir a mostrar respaldo?
Cristina tiene claro que Alberto es la cabeza de un proceso de transición, que fue imprescindible para jugar el rol de catalizador de la voluntad popular y lograr derrotar a Cambiemos. El problema es que Cristina no tiene una gran empatía con la cosmovisión política de Alberto. De hecho, resiste muchas de las cosas que Alberto impulsa. Eso genera que haya un frente de permanente cortocircuitos que claramente debilita al Gobierno. En privado, Cristina lo critica mucho a Alberto. Jamás lo diría públicamente porque entiende el valor de la unidad por sobre las diferencias.
Cruzando de vereda, hablemos de la oposición. Se vislumbran dos candidatos dentro de Juntos por el Cambio, pero que chocan por su forma de encarar la política. Por un lado Patricia Bullrich, que se muestra de mano dura; y por otro Horacio Rodríguez Larreta, más moderado. ¿Creés que puedan convivir ambos en un mismo frente?
Es el gran desafío que tienen. Entendieron que la unidad es fundamental. Pero tienen un problema, a diferencia del Frente de Todos. El espacio oficialista cuenta con un liderazgo indiscutido, que es el de Cristina. Eso no lo puede discutir ni el propio Alberto, que sería lógicamente el líder, pero no lo es. En cambio Juntos por el Cambio, debería tener en Macri esa figura de liderazgo. Pero solo un grupo reducido cree en eso. La mayoría, al contrario, entiende que el expresidente tiene que estar, pero desde una figura distinta a la de candidato. Más como un consultor.
Lo nombraste a Macri. ¿Lo ves como candidato en 2023?
No, no lo veo. Creo que todo va por el lado de Rodríguez Larreta. Es el que tiene mayores condiciones, aptitudes y más apoyos internos para ser el candidato en 2023. Lógicamente falta mucho. De todos modos hay un actor que no estamos teniendo en cuenta, y es el radicalismo. El partido hoy cuenta con una figura, conocida y de prestigio personal y profesional, que es Facundo Manes. Hará su debut electoral ahora, en las elecciones legislativas de este año, vamos a ver cómo le va. Los radicales están intentando recuperar terreno perdido dentro de Juntos por el cambio.
Larreta 2023, ¿Y Patricia Bullrich?
Patricia es una especie de alter ego de Macri. Mauricio la encontró para potenciar un ala de centro derecha dentro de su espacio, con un discurso más duro. Ella dice lo que él no puede. A eso se suma su experiencia de gestión, que es una ventaja frente a otros candidatos. Creo que Macri la tiene a Patricia como una carta bajo la manga. Faltan dos años y medio y todos especulan. La construcción política se trata de eso. Ver qué movimientos hace el otro y tener con qué contrarrestar eso. Ahí es cuando aparece la figura de Sergio Berni. Él es la carta que anula el discurso de Bullrich, a la hora de disputar este tipo de electorado del que hablamos. Ahí Larreta saca ventaja, porque Patricia es más ganable que Horacio. Es difícil encontrar a alguien que le pueda competir directamente a él.
Hablaste de la gestión de Bullrich. Vos escribiste cuatro libros relacionados al narcotráfico en nuestro país. Crees que la tarea de Patricia en el Ministerio de Seguridad, en relación al combate contra el narco, ¿fue realmente efectiva? ¿o solo fue propaganda?
Lo que Patricia no entendió, y que creo que no entienden muchos dirigentes en Argentina, es que el paradigma histórico de combate al narcotráfico, de combate frontal, ya no es eficiente. No alcanza solo con eso. Es importante avanzar en inteligencia criminal. Pero si la ejerces con responsabilidad y capacidad terminas descubriendo cosas inconvenientes, como, por ejemplo, que buena parte de la plata que genera la droga que se vende en los barrios más humildes de las ciudades del mundo, se termina lavando con inversiones inmobiliarias en las zonas más acomodadas de esas mismas sociedades. Se tocan intereses con los que nadie se quiere meter. Los pocos que intentaron hacerlo, terminaron mal.
Como periodista de la vieja escuela formaste parte de grandes proyectos periodísticos nacionales, como Página12, Crítica de la Argentina y el programa televisivo Día D. En los tres trabajaste con Jorge Lanata. En retrospectiva y analizando el periodismos de hoy, ¿Qué opinión tenes de Jorge?
Lanata es, para mí, uno de los personajes de la historia del periodismo que revolucionó la forma de hacerlo. Pero fue tan buen periodista como mal empresario. Con el correr del tiempo se dio cuenta que detrás de cada proyecto que el encarnaba, más allá del prestigio que eso le dejara, había una muy mala gestión en términos empresariales, que muchas veces terminaba en juicios y acusaciones de traición. Hasta que en determinado momento entendió que la variante de seguir siendo el la cabeza de los emprendimientos que encaraba no era lo más adecuado y eligió venderse.
¿Ser un empleado?
Esperar a que aparezca un financiador de todas sus locuras en tanto y en cuanto eso resultara funcional a ese financiador. Para eso, lo primero que tuvo que hacer fue modificar uno de los principales apotegmas con los que nos instruyó a todos los que laburamos con él, que es que uno de los grandes problemas que tenía el periodismo en Argentina y el poder era la existencia del Grupo Clarín. Eso yo lo aprendí con Jorge.
Y ahí está...
Terminó trabajando para el grupo. Ese al que él había caracterizado como el gran responsable de una centralización de la construcción del mensaje periodístico, nociva para la libertad de expresión y para la salubridad de un sistema democrático aplicado a las comunicaciones.
Entonces coincidimos: se transformó en un empleado más del Grupo.
No solo eso. Jorge se transformó en el ariete más importante de Clarín para socavar la que considero como la herramienta más importante que construyó el Kirchnerismo en sus doce años de gestión, que fue la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (conocida como la Ley de Medios). Y le salió muy bien, por eso "Roma paga traidores".
Por último, hablemos de uno de tus proyectos: "DataClave", ¿Cómo surgió?
Cuando yo trabajé en el Grupo Indalo, una de mis funciones fue dirigir el diario Ámbito Financiero. Quién estaba a cargo de la versión online del diario era Pablo Jiménez. Allí formamos una linda amistad, mientras trabajábamos en otros proyectos, cómo Radio 10. Después de 18 años de estar en Ámbito, Pablo decide irse en el año 2016. Y encara un año después un proyecto propio para abordar la temática de la rosca en el mundo deportivo: Doble Amarilla. En el 2018 el proyecto ya estaba consolidado en el ambiente. A fines de ese año a mí me echan de Indalo y Pablo me llama para que pensemos en un proyecto juntos. Yo en ese momento le dije que no sabía si tenía ganas de volver a un redacción y que lo iba a pensar.
En el 2019 me vuelve a llamar para decirme que quería lanzar un portal político y que yo fuera el editor general. Así empezó la gestación del proyecto.
Y, ¿cuándo se deciden a lanzarlo?
Terminamos de armarlo a principios de 2020, y cuando íbamos a lanzar las convocatorias para armar un equipo llegó la pandemia. Entonces decidimos avanzar igual. Durante marzo, abril y mayo preparamos todo y nos lanzamos.
¿Qué objetivos se propusieron?
Inicialmente consolidar la marca. Que la gente sepa que existe DataClave. Para eso establecimos dos pilares: Por un lado la presencia en redes sociales. Pero presencia inteligente, generando rebotes. Y, en segundo lugar, instalar la marca a partir de investigaciones o de informaciones diferenciales que salgan en DataClave antes de que llegue a otros medios. A partir de esta consolidación encaramos la segunda etapa, la de crecer en volumen de lectura. Vamos muy bien, logramos cosas que otros competidores no lograron aún y eso es importante. Estoy entusiasmado con el crecimiento y seguimos dándole manija.