Empezó con un blog y hoy sus crónicas de viajes las siguen más de 50000 personas: entrevista a Laura Lazzarino
Por Vanesa Soledad Monges, 9:48 Hs. Lectura aprox.: 14 min.
Laura Lazzarino se dedica hace más de diez años full time a los viajes y a la escritura. Comenzó con un blog muy chico cuando no existían las redes sociales e internet era apenas una herramienta que estaba empezando a surgir. Es la autora detrás de uno de los primeros blogs de viajes escrito por una mujer en Latinoamérica llamado losviajesdenena.com y nos cuenta su experiencia personal.
¿Cuál fue el evento disparador que te llevó a viajar y a escribir?
Mirá a empezar a viajar en realidad no hay un disparador. A mi siempre me hacen esta pregunta qué es ¿y qué se te dió? Cómo si fuera algo que se contagia, o cómo si fuera que un día te levantás, te lavás la cara y decís hoy quiero ser astronauta. No. A mi no me pasó eso. El tema de los viajes lo tengo de muy chica (…) Era muy estimulada por mis papás y por mis abuelos. Aprendí a leer de muy niña. Tres años y yo ya estaba leyendo. En la casa de mi abuelo había una enciclopedia grande, mi abuelo hacía crucigramas y estaba siempre con los diccionarios al lado buscando la palabra, y esos diccionarios tenían en la parte de atrás todas las banderas del mundo y a mi me daba mucha curiosidad. Saber que había algo más allá de San Nicolás City (gracias a Dios lo hay). Siempre tuve muchas ganas de leer cómo vive otra gente, por qué existen otros idiomas… como que siempre tuve inclinación hacia eso (…)
Y a escribir lo mismo. Siempre jugaba con la máquina de escribir. Lo que pasa es que uno viniendo de un lugar tan chico, tenés esta idea de que para hacer ciertas cosas, si no tenés un gancho o venís de una “familia” (cosa que en mi caso no) es imposible. Entonces estudié turismo en la universidad y después te das cuenta de que no te dedicás a viajar, vos laburás para que viaje el otro. Y el blog lo que me dio fue la posibilidad de ver en algún lugar publicado lo que yo escribía cuando de otro modo hubiese sido imposible (…)
¿Siempre fuiste mochilera o fue un cambio que hiciste progresivamente?
No sé si alguien se levanta y dice: -Me voy de mochila.
Yo quería viajar y tenía muy en claro que plata no tenía. Esa era la realidad. Vivimos en el culo del mundo, por muy buen sueldo que vos tengás ya arrancás con que tenés que poner mil y pico de dólares o mil dólares para tener un pasaje y ya arrancás en menos diez. Eso es una realidad. Pero también creo que todos hemos hecho cosas con esta ilusión de pertenecer. A mi me encantaba ver un mochilero, ver una mochilera. Esta cosa de todo lo que uno le agrega ¿no? La libertad, lo hippie, esta cuestión de la naturaleza, y un poco ir contra el sistema. Yo veía en el mochilero esa tribu a la que quería pertenecer (…)
¿Qué te decía la gente en su momento?
En ese momento el hit del verano era el mito de la bañera y los riñones. Era eso. Nadie me dijo te va a ir bien, la vas a pasar bien. No se veían tampoco mujeres que viajaran. Las había, las hubo toda la vida, pero no tenían publicidad. Incluso al día de hoy hay un montón de mujeres viajeras pioneras-victorianas de las que no sabemos nada. Siempre hombres, Darwin, Marco Polo y en ese momento pasaba igual. Mi razonamiento era “yo no conozco a nadie que lo haya hecho” pero a ver, si yo tengo veintinún años, vivo sola en Buenos Aires, me estoy pagando el alquiler, estoy laburando, sigo estudiando y estoy sola acá, no tengo parientes, no tengo nada ¿qué diferencia hay? (…) Pero todos tenían una opinión, desde mi mamá hasta el verdulero.
¿Cómo fue tu formación? ¿Tuviste que aprender a promocionarte para llegar a ser reconocida como hasta el día de hoy?
Con toda franqueza si alguien me hubiese dicho en el año 2010 “vas a tener que aprender todo esto”, yo digo no, que fiaca no. No, porque es un montón. Yo creo que tuve la suerte de haber empezado en un momento donde estaba todo creciendo, las cosas las fui aprendiendo sobre la marcha. Tenía un Blogspot al principio que era de Google, como muy intuitivo, hasta que me pasé a WordPress y aprendí lo mínimo de HTML para meter mano ahí en el blog, cambiar una fuente (una boludez así), redes sociales, publicidad en redes sociales, algoritmos. Después aprendí fotografia, me compré una cámara e hice un montón de cursos. Después aprendí de CEO. Cuando te empezás a acordar vas aprendiendo un poco de todo. Insisto sobre la marcha. (…)
Haz contado también que fue todo muy a pulmón. Junto a Juan (coautor de su primer libro) editaron “Caminos invisibles” ¿Nos contás sobre esa experiencia?
(…) Ciertamente nosotros decidimos hacer un libro autopublicado porque veíamos que habíamos estado viajando un año y medio, y teníamos todas las historias y toda la gente (en ese momento Instagram no, pero si había muchos fans de Facebook) no existía el algoritmo era todo muy orgánico y decíamos “¿por qué darle nuestro trabajo a una editorial que se va a llevar el 90% del dinero?”. Porque eso es lo que gana un autor. Un autor gana el 10% con suerte. Y era mucha plata. Dijimos “bueno, mandémonos, autoeditémoslo”. Siempre teniendo en cuenta que queríamos hacer algo super profesional, un libro que si vos lo encontrás, cuatro o cinco años después, no esté todo desarmado. (…) Nos aventuramos a eso con el fin de por lo menos cubrir los gastos de edición y a juntar plata para el próximo viaje. Entonces lanzamos una preventa. Necesitábamos en ese momento 200 libros para cubrir el gasto y creo que terminamos vendiendo, 400, 600. No sé , fue como una locura (…) El día que presentamos el libro, había 300 personas haciendo fila en la calle esperando su ejemplar. Mi mamá casi se desmaya, fue una locura, una locura muy linda realmente.
¿Cuántos libros llevás vendidos hasta ahora?
Muchos. Más de 8.000, no saqué la cuenta. Lo amo a Caminos. Me da mucha ternura leerme, porque tiene el ingrediente de además de contar un viaje a dedo de 36.000 kilómetros de Antártida a las Guyanas, es la historia de cómo yo dejo de trabajar, y me animo a decir “¡bueno, sí! ¿sabes qué? ¡me voy!”. Es una historia de amor, que en su momento fue una historia de amor super linda, y que está plasmada en ese libro. Es un libro que tiene muchos complementos, muchos componentes y que al día de hoy sigue inspirando. A mi me hace muy feliz cuando me llegan mails, de gente que dice “compré tu libro y renuncié a mi trabajo, o me compré una casa en el campo”. A veces dispara para cualquier lado, no necesariamente tiene que ver con viajes. Pero es un libro que dejó una huella y que yo me atrevo a decir que se convirtió un poquitito en un clásico de esta época. No sé que va a pasar después, pero me pone muy feliz.
¿Cuáles son los miedos principales de viajar a dedo?
(…) Me parece que es muchísimo el prejuicio que existe al respecto, viajar a dedo es muy divertido, a veces es más seguro que viajar en bondi, por ejemplo, la gente tiene este prejuicio de “¡cómo te vas a subir a auto de un desconocido!”, bueno cuando te subís a un taxi es igual. Que le estés pagando no te exime de nada, de hecho, hay muchos más reportes de abuso o de situaciones de violencia arriba de un taxi que viajando a dedo. Yo creo que el que levanta a alguien en la ruta también asume un riesgo, generalmente yo no he tenido malas experiencias y he viajado sola poco, pero en realidad no tanto porque me dé miedo sino porque no he tenido la oportunidad (…). Creo que viajando por rutas secundarias es más seguro, si te da miedo eso, siempre podés hacer dedo en una estación de servicio, te acercás a la persona y le preguntás. Y si no te gusta tampoco es que tenés que viajar a dedo para recibirte de viajero, es una forma más de viajar (…)
Sabemos que ahora se viene el libro de viajes por África ¿Recorrieron todo el continente o faltó algún país?
Faltó, faltó. El viaje que hicimos fue desde Egipto hasta Sudáfrica, o sea por esa costa. Me queda pendiente de Marruecos para abajo que era EL viaje y pandemia. Ya vendrá, pero me queda muchísimo de África y me queda muchísimo de África por volver, a mi me encanta volver.
De lo que conociste en África
¿Podés elegir algún país que digas con este me quedo, acá voy a volver, lo voy a repetir pronto?
Tanzania. Amo Tanzania, es mi preferido, y lo digo sin culpa. De hecho volví. Pero si es por volver, volvería a más de uno, volvería a países que es su momento sufrí, cómo fue Etiopia. Etiopia me costó un horror.
¿Por qué?
Porque el choque cultural en África es muy difícil, uno nunca deja de ser el blanco. Por más de que vos vengas de Latinoamérica, que no es Europa, y que vos no tengas mucha plata. En África hay un turismo al que se apunta que es el turismo de plata. Hay cosas que son muy caras, no hay como una cuestión clase media en turismo. O vas de mochilero a lo más rasca a lo local, o vas al SET JET que tiene todo el lujo. Es difícil conectar con la gente cuando inevitablemente por tu color de piel te parás en un lugar (…). A mi África me enfrentó con mis peores demonios, con mis peores reflejos, y me hizo pensar en un montón de cosas. Y Etiopia fue eso, lo más duro, donde no conecté con la gente, donde no conecté con la comida. No voy a decir que pasé hambre porque no, pero en un momento tenía hambre porque no encontraba nada, era todo super picante, super agrio, y ahí es donde vos decís bueno “¿qué onda?” Te preguntás también “¿quién soy yo para cuestionar estas cosas?”. A mi me llevó al límite, lloré muchísimo, pataleé muchísimo, al mismo tiempo no quería volverme, porque decía “bueno, yo tengo que superar esto” (…). Me fui diciendo no vengo nunca más, aparte, mucha agresividad. Muchas veces percibís mucha agresividad por parte de los niños.
¿Con el turista en general? ¿Importa si sos mujer si sos hombre?
Si con el turista en general, hay mucha agresión porque es un país superpoblado, que no está acostumbrado a tanto turismo, sobre todo fuera de ciertos lugares, menos haciendo dedo. Yo había leído mucho en blogs de gente que viajaba en bicicleta. Estás parado haciendo dedo y de repende te empiezan a llover piedras o bosta de caballo, y no terminás de entender el porqué, o todo el mundo te pide plata y no le podés dar plata a todo el mundo.
Todos los días eran un desafío, donde nunca te podés relajar. Fue un aprendizaje, yo agradezco muchísimo porque eso también me hizo. Las fichas me cayeron después. Y hoy por hoy, re volvería, re mil volvería, entendiendo cómo funciona y dejando también de pelear con molinos de viento. Porque uno pelea con molinos de viento muchas veces y se vuelve un poco ombligista sin querer (…)
¿Estudiás los lugares antes de ir? ¿Que hacés? ¿Te nutrís históricamente, te fijás en la actualidad, o dejás que te sorprenda?
Depende de un montón de cosas. Si hay ciertas cosas que son básicas, no podés caer a un país, y decir ¡Ay, no sabía que necesitaba una visa! Todo lo que sea cuestión de fronteras: visas; climas; peligro. Siempre con pinzas porque obviamente el peligro también depende. Una embajada nunca te va a recomendar que vayas a un lugar como Sudán por ejemplo ¡y Sudán es espectacular!. Leo mucho en blogs de Viajeros, leo las típicas guías Lonely Planet y busco cosas turísticas de qué hacer; Cuáles son los cinco imperdibles, para ordenarme un poco y hacer un mapa mental del lugar(…). Pero después hay lugares a donde prefiero ir desnuda y otros donde tengo menos tiempo y bueno no tengo tanto tiempo para la improvización y leo más (…).
Lo que si creo es que lo mínimo es que uno tiene que ser responsable, sobre todo si estás invirtiendo tiempo y plata. Hay cosas que no te pueden agarrar de sorpresa.
¿Cuáles son las cosas típicas que llevás dentro de la mochila? ¿Te llevás la computadora y escribís todos los días?
Llevo dos mochis: la mochila de mochilero, que va en la espalda donde va todo lo que es la ropa y demás, y la mochila de adelante que es a la que me aferro (la que no largo ni de casualidad), donde llevo la computadora por una cuestión de que hoy por hoy trabajo y sigo dando mis clases y sigo trabajando. Pero no escribo en la compu, salvo para el blog. Viajo con cuadernos generalmente. Cuadernos como los escolares, los más baratos, los más livianos, sobre todo en viajes largos. Y sí, escribo todos los días. Cosa que no siempre puedo cumplir, porque reconozco que a veces me cansa y en el futuro me arrepiento. Sí escribo mucho, y es difícil cuando estás viajando con alguien que no está en la misma, porque para mí escribir es parte de mi trabajo. Es un trabajo a futuro, pero a veces me puede tomar dos o tres horas al día(…)
¿Cómo hacés para no olvidarte y plasmarlo?
Yo tengo muy buena memoria. Puedo esperar al final del día, no te saco un cuaderno (salvo que lo que la persona esté diciendo sea algo espectacular) y empiezo a escribir adelante de la persona, porque me parece que la persona que está hablando (si no fuiste a hacer una entrevista) se inhibe. Induce a la sospecha, qué estás anotando, qué decís de mi (…)
La memoria es todo, pero va decantando, te terminás acordando de la idea en general, lo que vos sentiste, lo que pensaste, y si la persona dijo algo maravilloso te acordás. Pero no te acordás que tenía puesto, no te acordás del color de sus ojos, a veces no te acordás ni de la cara. Entonces está buenísima la documentación, (…) todo tipo de documentación es válida, la escritura es fundamental, fotos, videos, notas de voz. En este momento, todo me sirve para construir ese viaje por Etiopía. Empiezo a mirar todo: el cuaderno, las cosas que subí en instagram, las cosas que subí en el blog, los whats app que mandaba en ese momento. Todo ayuda, y cuánto más pasa el tiempo, peor es porque uno se va olvidando.
Entonces, ¿grabás a veces?
(…) Hay un dicho que dice “no hay buenas o malas historias, hay historias que están bien contadas e historias que no lo están”. Para mí, parte de poder contar una buena historia es que el lector se traslade. No importa si te estoy contando que estaba en un mercado de cabras en Marruecos o si te estoy contando que estaba en un barco en Antártida, lo que importa para mí, es que vos leas y sientas que estás ahí conmigo, que te emociones conmigo, que tengas frio conmigo, que te mueras de bronca conmigo y para poder lograr todo eso, vos tenés que darle al lector herramientas, que estimule su imaginación, que pueda entender. Una de esas herramientas es poder transmitir la oralidad de la persona que vos tenés en frente cuando estás contando una historia que involucra a otra persona. Porque no todos hablamos igual (…), entonces a veces grabo a la gente (cuando puedo), no para escracharla, ni como para decir “¡ah mirá lo que dijo!”, sino para después poder sentarme y tratar de copiar la forma en la que construye su verbalidad. Es lo que después me ayuda a construir un personaje y lo que le da más realidad. No es lo mismo decirlo con las palabras de uno, no sonamos todos iguales.
¿Cómo hacés para comunicarte con tu gente? ¿Tenés un celular con un chip extranjero que lo vas cargando o mandás mensaje y subís todo cuando agarrás wifi?
El viaje de África fue el primer viaje que yo hice con un teléfono. Antes de eso era la compu, me resistí mucho al teléfono, y sigo teniendo mis dilemas. Para mi el teléfono te lobotomiza, te estupidiza, porque vos estás ahí, presa o atada a algo que todo el tiempo te tiene ahí pendiente y uno se pone adicto a eso. Yo no quiero estar en el medio de Irán y estar recibiendo un whats app de mi prima contándome algo. No. Estoy acá, no me saques. Pero entiendo que es una herramienta de trabajo muy importante, entonces sucumbí.
Antes del teléfono (que duré bastante sin teléfono) mandaba mails, cuando tenía wifi avisaba y antes de eso, era la cabina de teléfono. “Mirá mamá me estoy por ir a una excursión al Salar de Uyuni, voy a estar 4 días sin teléfono, cuando llego te llamo, no te preocupes”. Y se generaba menos paranoia. Hoy también pasa que no vemos a alguien por redes y preguntan “¿qué te pasó?” Nada, estoy viviendo.
¿Cómo bajás un día malo y lo volcás a la escritura?
(…) Cuando es un libro, el libro requiere de otra seriedad para trabajar porque la foto de Instagram, de última la borro, la edito, ya fue. En ese sentido, yo agradezco que haya pasado tanto tiempo entre el viaje y este momento de publicación porque pasaron un montón de cosas en el medio. En mi caso en particular viví un año en una obra de construcción, un cuasi divorcio, porque Juan y yo nos separamos y por más de que estuvo todo bien, después de casi diez años, son un montón de cosas las que hay que arreglar y una pandemia (…) La idea del libro se retrasó un montón. Aca pasó mucho tiempo, pero también hubo mucha madurez de mi parte y sobre todo estas cosas que fueron pasando me hicieron tomar otra perspectiva, me permite sentarme a escribir el libro desde otro lado, y eso hace que al momento de redactar algo malo, lo pueda analizar desde otra visión. Y a mí me gusta poder hacer eso. Creo que si hubiésemos sacado el libro de África al toque del viaje hubiese sido un Caminos II y hubiese sido más de lo mismo. Esto que estoy haciendo es distinto. Es una Laura diferente. Después veré si gusta si no gusta, si es un éxito o no, no sé pero yo estoy muy contenta con lo que estoy haciendo.
¿Sentís mucha presión por el nuevo lanzamiento o ya te relajaste?
Siento una presión lógica que es la presión del segundo libro. El primero fue un éxito a ver que se viene después, nunca es fácil, siento una presión porque es mi primer libro sola y eso tampoco es fácil (…) ¿Quién no siente presión cuando es freelancer?¿Cuándo está laburando de algo de lo que le gusta y no hay un camino tan ABC? Pero me relajé en el sentido de decir que a fin de año sale el libro, así fue 2017, así fue 2018, bueno no, el libro va a salir cuando tenga que salir. Lo que trato de decirme a mí misma es convencerme con toda sinceridad y lo que quiero es que cuando salga sea lo mejor de mí. No quiero apurar algo, con el afán de cumplir con una fecha, yo quiero estar cien por ciento convencida, de lo que estoy haciendo y lo que estoy publicando y estoy trabajando con eso. (…)
¿Qué pensás de los viajes con esta situación de pandemia? ¿Qué sentís?
La verdad es que no sé, no me gusta tirar así al aire porque sé que es el laburo de mucha gente, porque esto ya me parece ciencia ficción, lo que está pasando. Me da mucho miedo por supuesto, me pregunto si podremos volver a viajar a dedo, seguiremos usando Couchsurfing (comunidad de alojamiento para viajeros), seguirán existiendo los hostels con habitaciones compartidas. A mi me da miedo que en estos dos años de encierro y ensimismamiento todo el tiempo, no compartás el mate, no abraces, no se qué, eso nos vuelva personas más hermitañas, yo misma me doy cuenta de que estoy un poco más hermitaña, vivo sola y me encanta la soledad, pero me pregunto cómo se reflejará eso en los viajes, no sé si va a estar bueno o no. A lo mejor, termina pasando al revés. A lo mejor pasa esta pandemia y se abren las puertas y el turismo explota y países que antes te la re complicaban con la visa ahora en el afán de necesitar turistas la simplifican, no lo sé. (…)
¿Podés adelantarnos algo más del próximo libro? ¿Alguna anécdota?
Es una trilogía, son tres libros en realidad, viste que yo siempre me pongo presión. Son tres libros, la decisión tiene que ver primero con que África no es Latinoamérica en cuanto a qué si yo te digo Hugo Chavez todo el mundo sabe quién es y si le pregunto a la gente quién era Omar al Bashir nadie sabe. Yo tampoco sabía antes de ir a África entonces me parece que es un libro que requiere, de poner en contexto y que para darle la profundidad que se merece, hacer todo en un solo libro sería un bibliaco invendible, imposible, entonces había la necesidad de dividir. En lo personal, sentí que tuvo tres etapas super marcadas y la primera parte es todo lo que tiene que ver con este proceso como de iniciación, estoy entrando en todo esto que es nuevo, que es la parte que más me costó y después vienen las otras dos.
¿Cuál es tu consejo para los que dudan de tomar sus propias riendas?
(…) Para mí siempre es mejor el fracaso que la frustración. Miedo da siempre, y esta buenísimo que de miedo porque si no da miedo estás muerto. Te late el corazón cuando te da miedo, entonces hay que amigarse un poco con eso, y lo más difícil siempre es el primer paso, obviamente no hacer las cosas a lo loco no, así como te digo fijate que en tal país, si vas a viajar que no necesités visa o lo que sea, si vas a renunciar a tu trabajo para salir de tu casa, asegurate un poco de lo mínimo indispensable como para no caer en Pampa y la vía. Mas allá de eso, me parece que nadie se arrepiente, de haberse animado, en todo caso se arrepentirán de los errores que cometieron y habrán aprendido de eso. Ese sería mi consejo.
La entrevista fue realizada en un vivo de Instagram de las usuarias @morellaviajando y @losviajesdenena. Para ver la nota completa hacé click aquí