El tango como punto de encuentro
Por Azul Madlum, 1:46 Hs. Lectura aprox.: 3 min.
Organizado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, el Festival y Mundial de Tango llegó a su fin después de una semana llena de actividades como charlas, talleres, homenajes, conciertos y una competencia. En el día de cierre, un grupo de personas tuvo la oportunidad de volver a bailar en la Glorieta de Barrancas de Belgrano después de más de un año.
Domingo. Al fin se sintió el calor de primavera que tardó unos días en salir. Gente en las calles. En las plazas. Árboles y cerezos en su máximo esplendor. Familias, niños, amigas de toda la vida y parejas de todas las edades se encontraron en la famosa Glorieta de Barrancas de Belgrano para presenciar el evento de cierre del Festival y Mundial de Tango.
El sol empezó a bajar, pero no así la energía de la gente. Faltaban 10 minutos para que inicie el evento pero ya había parejas que no pudieron contener su emoción y empezaron a bailar mientras esperaban. Otros, más ansiosos, hacían la fila para poder subir primeros a la glorieta, ya que por protocolo y seguridad, solo podían estar 15 parejas al mismo tiempo en esta.
Marcelo Salas hizo una presentación que conmovió a todos, porque Marcelo es el que organiza la milonga en la glorieta hace 25 años, y estuvo 1 año y 6 meses sin poder ir a causa del fastidioso coronavirus. Entre palabras emotivas, agradecimientos a los médicos y trabajadores esenciales y un pequeño sollozo, le pidió al público que “al menos, uno de los bailes de hoy, se lo dediquemos a los que ya no están”, y solicitó que en todas las rondas de baile utilicen el barbijo.
La musicalización estuvo a cargo de Paulo Nieto, y cuando puso la primera pista (La Payanca de Juan D’Arienzo), las parejas que lograron subir a la glorieta empezaron a moverse apenas sonó la primera nota. Mientras que los más valientes se apresuraron para llegar al centro de la glorieta, otros optaron por quedarse en las orillas.
Algunas parejas se vistieron para la ocasión, y optaron por usar la vestimenta tan particular del tango que distingue a los bailarines donde sea que vayan. Prendas que les permiten bailar con libertad, que fluyen con la música. Prendas elegantes y seductoras. Las mujeres llevaban puestas camisa y faldas, otras vestidos, y tacos, mientras que los hombres llevaban saco y pantalón de vestir, y zapatos. Otras, optaron por un outfit más casual, relajado de domingo, con zapatillas y jean. Pero todas tenían algo en común: estaban totalmente inmersas en su mundo. En su propia burbuja. Donde la música los dejaba improvisar y desplazarse elegantemente por la Glorieta.
Una de esas parejas es la de Eduardo y Liliana, que bailan juntos hace 22 años. Se conocieron bailando, tomaron clases juntos y desde ahí no se separaron. Hoy ya no toman clases, si no que eligen expresan libremente con el cuerpo. “Yo invento pasos, hago creaciones mías. Es impresionante. A veces me pasan cosas como estar bailando y de repente me salió algo y digo, ¿cómo hice para hacer esto?”, comenta Eduardo entusiasmado.
Eduardo llegó al tango de casualidad: "Nunca tuve la intención de bailar. Estaba en un periodo muy bajo de mi vida, sin amigos, muy triste. Y vi que daban clases de milonga gratis, y me metí para hacer sociales, para hacer amigos. No por la danza ni el tango. Pero después de varios meses la música comenzó a entrar en mi mente y acá sigo”, explica.
Otro caso es el de Valentina e Iván. Ella vino al país desde Rusia exclusivamente por el tango hace 6 años. Y hace 4 que conoció a Iván bailando en un centro educativo, y hoy siguen estudiando en la Universidad Nacional de Artes.
Que hubiera un cupo limitado en la glorieta no tuvo mucha importancia para algunos. No querían quedarse sin bailar, así que sin pensarlo dos veces comenzaron a bailar al lado de la glorieta, es decir, en la plaza junto a los espectadores.
El cielo ya estaba pintado de negro, y las luces violetas que alumbraban la glorieta brillaban cada vez más fuerte. Una leve brisa se empezó a sentir, pero las duplas seguían sintiendo el calor del baile. Se hizo reiteradas veces un cambio de parejas, para que todos los que se habían inscripto de manera online o presencial pudieran disfrutar de bailar milonga en Belgrano en este festejo.
Aunque puede ser que parezca que el tango esté desapareciendo y no apele tanto a las nuevas generaciones, existe una generación que sigue manteniendo viva la llama de esta danza rioplatense. Una generación que después de más de un año sin poder practicarla y compartirla entre todos los que sienten la misma pasión y amor hacia el género musical, pudo disfrutar de una semana llena de actividades que conformaron el Festival de Tango, que culminó con milonga en la famosa Glorieta de Barrancas. Un lugar donde el punto de encuentro es el tango.