El final de la pasión
Por Ignacio Poselski, 4:30 Hs. Lectura aprox.: 5 min.
Comencé este River logró un triunfo agónico e histórico contra Gremio, derrotándolo 2 a 1 y a partir de ahí ya nos empezábamos a ilusionar en una “Superfinal”. Un día después, Boca empató 2 a 2 contra Palmeiras en San Pablo y aquella ilusión se terminó volviendo realidad, por primera vez en la historia, los dos equipos más importante del fútbol argentino se enfrentarían en la final de la Conmebol Libertadores Bridgestone.
El fútbol argentino, el país y el mundo del fútbol se irían preparando para recibir a la gran fiesta del fútbol sudamericano, pero la organización del partido ya empezaría a levantar quejas.
El Presidente Mauricio Macri propuso, mediante redes sociales y conferencia de prensa, de que los partidos se jueguen con visitantes, ya que consideraba que era una prueba de madurez, que Argentina estaba cambiando socialmente. Pero lamentablemente, la realidad dijo otra cosa.
Ambos clubes rechazaron dicha postura, con el argumento de que no estábamos preparados y que no era el momento de recibirlos. El tiempo, lamentablemente, les terminó dando la razón.
La Conmebol realizó un cambio histórico: con la idea de que el mundo entero pueda ver este gran espectáculo, se programaron, ambos partidos, para los sábados 10 y 24 de noviembre. Pero habría más lamentos: a causa de un fuerte temporal en Buenos Aires, el primer duelo se re programó para el domingo 11 a las 16:00.
Y la fiesta comenzó, con una Bombonera que explotaba, iniciaba la final más anhelada, por lo menos, del fútbol sudamericano y la verdad que no decepcionó. En un duelo lleno de emociones, Boca y River empataron 2 a 2 y todo se definiría en el Monumental, donde todos esperaríamos un partido no apto para cardíacos.
Emocionalmente, sería un camino largo por recorrer, desde aquella primer batalla restaban 13 días, reinaban los nervios y las ansiedades, además, pasarían muchas cosas más . Se me vienen muchísimas imágenes a la cabeza: la imagen de Gallardo cantando con los hinchas millonarios en el estadio, la imagen de Carlitos Tévez motivando a sus compañeros, pero con la adhesión de un nuevo condimento: la chicanas. Ambos hinchas se acusaban de festejar un torneo que todavía no finalizó, declaraciones polémicas de dirigentes de ambos clubes que lo único que hacían era incitar a la violencia.
El jueves 22, alrededor de las 17:00, se produciría algo inédito: los hinchas xeneizes se convocaban a asistir al entrenamiento que el equipo haría en el Estadio Alberto J Armando. Sin dudas fue espectacular, el equipo entrenó ante la atenta mirada de las 55 mil personas que asistieron al entrenamiento, bajo el canto de: “En la cancha de River vamos a ganar”. El cuerpo técnico y los jugadores se mostraron conmovidos al recibir semejante muestra de apoyo, hasta ahora, seguía la paz y la fiesta.
Finalmente llegaría el gran día, el día en el que la historia se reescribiría. River Plate y Boca Juniors se volverían a ver en el Estadio Antonio Vespucio Liberti a las 17 horas en un partido que sería recordado por todos. Pero, lamentablemente, pasaría algo muy triste.
Un grupo de hinchas de River que se encontraban en la esquina de Libertador y Quinteros agredió con piedrazos, botellazos y otros proyectiles al micro que transportaba a los jugadores de Boca. Se estima que eran más de 100 personas en esa esquina.
La llegada fue un escándalo, se veía bajar a los jugadores enojados, afectados y sin dudas preocupados. El tiempo avanzaba, las noticias seguían llegando, se hablaba de una herida en el ojo de Pablo Pérez, jugadores vomitando, una imagen realmente repugnante para lo que se suponía que iba a ser un partido único. El capitán de Boca se va en ambulancia, las noticias decían que no estaba en condiciones de jugar, como así tampoco los otros jugadores lo estaban. Seguían llegando novedades, mientras tanto, afuera del monumental era una batalla campal entre la policía y la hinchada.
Se acercaban las 17:00, el campo de juego estaba vacío, ni los árbitros salieron a precalentar, la voz del estadio daba el anuncio de que el partido se había postergado para las 18:00 por orden de la Confederación. Nos acercábamos al horario, el campo estaba desierto, y se escucha devuelta a la voz del estadio dando el aviso de que el partido se jugaría a las 19:15. Mientras tanto, seguía llegando data, múltiple reuniones entre los presidente de ambos clubes, el de la Confederación Sudamericana de fútbol y se había sumado el de la FIFA. Finalmente, llegamos al horario del partido, los árbitros salieron a hacer la entrada en calor, el preparador físico de Boca preparaba todo que el equipo realice su preparación previa al partido pero los jugadores seguían sin salir, pero 20 minutos después, finalizaría la incertidumbre y nos enterábamos que ocurrió un nuevo papelón. El partido fue suspendido y reprogramado para el día siguiente, en el mismo horario, luego de 7 horas. Pero no sería el último papelón, ya que el domingo, Alejandro Domínguez (Presidente de Conmebol) comunicaría que el partido estaría nuevamente postergado. Además, convocó a que los presidentes de ambos clubes se reúnan el martes en las oficinas que tiene la confederación en Paraguay.
Pero creo que no deberíamos poner el foco en si Boca quiere ganar por “escritorio”, si los jugadores están inventando o no, si las lesiones son falsas, si se juega en Qatar, Asunción o en la Luna o si el hecho que ocurrió en 2015 es igual a lo que paso en la cancha de River, porque realmente me saturó ese tema. ¿El 2015 y 2018 es igual? Si, por una sola razón: la violencia.
En los últimos años, se repitió mucho la frase “tocamos fondo” para cualquier situación, para un resultado futbolístico, la renuncia de un Dt, etc. Creo que esa frase es mal utilizada en esos casos, desde el momento que se prohibió que los visitantes puedan ir a las canchas se toco fondo y nadie puso el foco ahí, Argentina debe ser el único país en el mundo donde no se puede realizar un partido de fútbol con dos hinchadas, es más, me atrevería a decir que es el único que tampoco puede hacerlo con una. Y lo peor de todo, es que nos acostumbramos a esa anormalidad.
En los últimos días escuché y leí mucho la frase “ la sociedad está podrida”, creo que es una frase incorrecta y errónea, porque considero que no todos los argentinos son culpables de lo que ocurrió. Muchos argentinos dicen: “nos merecemos este país”, ¡no!, los argentinos no nos merecemos que las familias no puedan ir a las canchas, no nos merecemos la mafia de las barras bravas, no nos merecemos ser mirados mal por el mundo, ni por los nuestros. Muchos estaban preocupados por la imagen que se le dio al mundo, pero ¿al argentino que imagen se le dio?
Comencé el mes ilusionado, creyendo que era un afortunado de poder ver una final de Libertadores con los dos equipos más importante de América, la última que se definiría en un ida y vuelta, pero no la pudimos aprovechar, la joya más preciada manchada por la violencia, por la mafia, por la política y por discursos ventajeros.
La desilusión es enorme, pero hay un refrán muy común que dice: “el fútbol siempre da revanchas”. Me encantaría que haya revancha, que nos den una nueva posibilidad de redimirnos y demostrar que no somos incivilizados, que es solamente un partido de fútbol. Sé que para muchos no es coherente que se juegue devuelta en Argentina, pero se otra cosa más, nunca hay que resignarse, no hay que resignarnos a que no podamos convivir en un partido de fútbol. La gente de Hindú Club y Alumni nos dio la lección de que podemos hacerlo, aunque el ambiente de rugby es muy bastardeado por el del fútbol, pero hay algo que hay que tener en cuenta: forman parte de la misma sociedad argentina que para muchos “está podrida”.
Antes creía que el fútbol argentino estaba manchado, pero ahora no, siente que esta arruinado y nadie quiere hacer algo para que mejore. Este partido se vendió por la pasión que le pone el hincha argentino a estos clásico, pero se la utiliza para hacer demagogia. Una parte de la sociedad esta dañada, pero no toda y por culpa de esos indaptados estamos pagando las consecuencias, me apena mucho ver que en mi pais no se pueda disfrutar un partido de fútbol.