El Cine plasmado en la Viñeta: “Goodbye Eri”, la historia de una vida
Por Jorge Luis Arellano, 7:27 Hs. Lectura aprox.: 3 min.
A poco más de un mes de su estreno, la nueva obra de Tatsuki Fujimoto es ovacionada por la crítica mundial y se posiciona como una de las mejores historietas de la actualidad.
Cuando cualquiera de nosotros piensa en la cinematografía lo relacionamos a esa pantalla -ya sea nuestra televisión, celular o la de un cinema- que nos muestra un video de cierta extensión que representa una película como tal. Eso es lo que yo mismo creía hasta hace una semana cuando me di la oportunidad de leer “Goodbye Eri”, un one-shot (término para referirse a historietas auto conclusivas de poca duración) lanzado el 11 de abril, realizada por el artista japonés Tatsuki Fujimoto.
La historia nos traslada a la vida de Yuuta, un muchacho de 12 años a quién (por su cumpleaños) le regalan un celular con el que filmará su vida, siendo la "filmación" lo que vemos en las viñetas. Inmediatamente después de serle entregado, su madre le pide que la grabe a ella mientras transita su enfermedad, que la terminará matando en poco tiempo; sumado a que también implora para que ese momento específico -el de su muerte- sea también filmado. Con el paso de los días, Yuuta logra filmar horas y horas de la vida de su mamá mostrándose alegre y del sufrimiento silencioso de su padre. A pesar de ello, cuando llega a la última instancia, el joven no puede siquiera entrar al hospital donde su madre perecía y opta, en su lugar, por filmarse a sí mismo mientras escapaba del hospital… Que estaba "explotando".
Esa película es presentada por Yuuta en el festival cultural de su escuela, pero el resultado es el desprecio de sus compañeros y profesores por el final casi morboso que él le había dado al metraje. A causa de eso -no olvidemos que todas las viñetas representan lo grabado por el adolescente-, decide suicidarse saltando del techo del hospital donde su madre había fallecido. Sin embargo, antes de saltar conoce a Eri, otra chica que va a su escuela y que pareciera ser la única persona a la que le gustó “Dead Explosion Mother” (nombre de la película de Yuuta).
A partir de esta instancia, ambos empezarán a ver muchas películas todos los días para que, al año siguiente, el joven pueda presentar una película que todo el mundo ame; ¿de qué trataría? De la vida del mismo Yuuta y de cómo al conocer a una misteriosa chica, su vida cambia. Con el paso del tiempo, vamos comprendiendo la verdadera cara de su madre (por no hacer un mayor spoiler, solo diré que no es lo que parecía) y, como si de un cliché se tratara, pronto nos enteramos que Eri también tiene una enfermedad terminal, por lo que esa película pasará a tratar acerca de sus últimos meses de vida.
Aunque apenas he llegado a resumir la mitad del argumento, eso vasta para comprender su significado.
A veces, la manera en la que rememoramos a quienes perdemos se representa en una dicotomía acerca de ¿qué es más valioso?, si un recuerdo verdadero que nos genere odio en aquellos individuos, y que terminemos por olvidarlos; o uno donde seleccionamos conscientemente su vida para poder apreciar solo esos momentos en los que fuimos felices y ellos no sean olvidados. A medida que el final se acerca, comprendemos que la obsesión del protagonista es la segunda opción de dicha dicotomía, la de mostrarles a todos la mejor “imagen” de su madre y de Eri; La existencia misma de Yuuta consiste solo en ver la realidad a través de la cámara y de esos recortes que él mismo ha hecho, ocultándonos quizá la verdadera faceta de esas personas para que, al fin y al cabo, las rememoremos.
Sin importar la interpretación que he hecho sobre el final o sobre la división entre realidad y ficción, creo que cualquiera que se haya tomado tiempo de apreciar esta obra, solo podrá pensar en algo al final: Adiós, Eri.