Después de una semana de manifestaciones en todo el país, el candidato demócrata de Estados Unidos Joe Biden se posiciona en curador de “heridas raciales”.
Por Loic Paul Dugelay, 4:26 Hs. Lectura aprox.: 3 min.El martes 02 de junio, Joe Biden eligió Filadelfia – la cuna de la independencia de Estados Unidos – para pronunciar un discurso unificador sobre la ola de ira que sacude el país desde la muerte de George Floyd el 25 de mayo. “No puedo respirar. No puedo respirar. Las últimas palabras de George Floyd. Pero no murieron con él. Siguen siendo oídas y resuenan en toda nuestra nación” empezó el ex vicepresidente. Voluntariamente solemne, el discurso tenía dos objetivos : imponer un contraste evidente con Donald Trump y marcar el regreso mediático del candidato demócrata a la presidencia a quién le costó existir las últimas semanas por estar confinado en su casa del Delaware (cerca de Filadelfia) a causa de la pandemia de coronavirus.
La batalla presidencial empezó
Con 77 años y el virus que sigue circulando, Joe Biden se sabe en riesgo pero, a cinco meses de las elecciones presidenciales y mientras el país está conociendo el peor levantamiento civil desde la marcha sobre Washington el 28 de agosto de 1963, no puede esperar. El domingo ya había salido de su retiro para asistir en persona a una manifestación. El día siguiente, con el tapaboca puesto se encontró con responsables políticos y religiosos negros en una pequeña iglesia de su ciudad de Wilmington, prometiéndoles, en caso de victoria en noviembre, de atacar el “racismo institucional” en los primeros 100 días de su presidencia.
Con muchas ganas de mostrar su leadership, la antigua mano derecha de Barack Obama había organizado una mesa redunda virtual con los alcaldes de grandes ciudades sacudidas por violencias como Los Ángeles, Atlanta o Chicago. Esta elección es “una batalla par el alma de nuestra nación”, machaca desde meses Joe Biden, acusando su rival republicano de “destruirla”. Lo repitió el martes en un discurso construido como una antítesis del discurso marcial y divididor pronunciado por Donald Trump el día anterior. Presentándose como el “presidente de la ley y el orden”, y calificando los “motines” y “saqueos” como actos de “terrorismo interior”, el ex magnate del Real Estate había exhortado los gobernadores de actuar rápido y fuerte para “dominar las calles”. Amenazó, en caso de que fracasen en traer la calma, desplegar “el ejército para arreglar el problema rápidamente en su lugar”.
Mientras Donald Trump se estaba expresando desde la rosaleda de la Casa Blanca, la policía desalojaba brutalmente centenas de manifestantes pacíficos agrupados al exterior. Con un solo objetivo : permitir al Presidente ir caminando hacia la iglesia Saint-John victima el domingo a la noche de un principio de incendio frente a la cual Trump se sacó fotos con la biblia en la mano. A pesar de que esta sesión de fotos de pocos minutos gustó mucho a su base electoral evangelista, desencadenó un aluvión de críticas indignadas. «Cuando manifestantes pacíficos están evacuados por orden del Presidente el frente de la casa del pueblo, la Casa Blanca, utilizando gases lacrimógenos y granadas ensordecedoras para organizar una operación de comunicación frente a una iglesia, estamos con derecho de pensar que el Presidente está más preocupado por el poder (…), por servir las pasiones de su base electoral que por las necesidades de quienes tiene que ocuparse” entonó Biden con rabia.
Para el candidato demócrata, cuya campaña moribunda del principio de las primarias fue resucitado en primavera por el apoyo masivo del electorado negro, la disconformidad actual representa una chance de mostrarse como leader empático e unificador, capaz de reconciliar un país polarizado al extremo por Trump. «La presidencia es una tarea pesada. Nadie logrará todo. Yo tampoco. Pero les prometo que no manipularé el miedo y la división. No tiraré leña al fuego del odio. Buscaré curar las heridas raciales que gangrenan el país desde hace mucho tiempo, y no usarlas para ventajas políticas” declaró Biden el martes.
La juventud en la mira
Determinado en volver en el corazón de la campaña, el ex Vice-Presidente anunció para las semanas porvenir “discursos nacionales muy serios” sobre los desafíos del país y propuestas económicas, en particular en lo que se refiere a alojamiento y educación. Aunque pueda contar con el rechazo visceral de una parte de los estadounidenses, Joe Biden sabe que ganará a la condición de lograr movilizar todos los componentes de la muy diversa “coalición demócrata”.
Su principal desafío : convencer la juventud negra, blanca e hispánica. Inclinándose cada vez más hacia la izquierda, apoyaba masivamente su rival Bernie Sanders y se encuentra ahora muy implicada en las manifestaciones. Más interesada en dar vuelta a la mesa que al retorno a la “normal” prometido por Biden, esta juventud reprocha al ex senador del Delaware algunas posiciones pasadas, empezando por el “Crime Bill” del 1994, reforma penal represiva y en parte responsable de numerosas encarcelaciones de afro americanos. Casi tres décadas después, la comunidad negra sigue pagando el precio. Un argumento contra su adversario que Donald Trump no se va a perder.
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