Daniel Passarella y su duro presente: porqué el deporte de alto rendimiento no es sinónimo de salud
Por Ramiro Patricio Alejandro Rosas, 5:09 Hs. Lectura aprox.: 3 min.
Recientemente se dio a conocer que el excapitán de River sufre de enfermedades neurodegenerativas, lo que avivó el debate sobre los cuidados que se deben tener en los deportes de contacto, y particularmente en el fútbol, con la salud de los deportistas.
Dentro del deportes de contacto siempre habrá lugar para golpes, choques y lesiones. Es normal y quienes los practican son conscientes de ello. Algo distinto son las secuelas que quedan luego de estos maltratos hacia el físico.
Haciendo hincapié en el fútbol, lo normal empieza a ser el escuchar que exjugadores sufren de enfermedades neurodegenerativas, por lo que no tiene pinta de ser una coincidencia.
¿Y cómo va a ser coincidencia? Quienes tuvieron la dicha de ser futbolistas profesionales pasaron 10-15-20 años cabeceando pelotas pesadas, chocando su cabeza contra otros jugadores, recibiendo golpes con codos o brazos en cualquier parte del cráneo. Una vida maltratando el cuerpo, que más tarde, siempre termina pasando factura.
Gabriel Batistuta más de una vez habló del calvario que vivió con sus tobillos, padeciendo dolores y sin poder levantarse de la cama. Secuelas de una infinidad de lesiones mal tratadas, infiltraciones para volver a jugar antes y el propio desgaste de las articulaciones por practicar un deporte de alto rendimiento.
Ahora, los dos casos más recientes de ex futbolistas con enfermedades cerebrales son Edgardo Bauza y Daniel Passarella, ambos dejaron huellas imborrables en el fútbol argentino, y con una característica en común: a lo largo de sus carreras, los dos se desempeñaron como defensores centrales, una posición donde el juego aéreo y los cabezazos son claves.
Actualmente, Bauza tiene 64 años y Passarella cumplió 69 recientemente, para los tiempos que corren, siguen siendo personas jóvenes, que deberían poder llevar una vida normal. Sin embargo, parece estar confirmado que Bauza sufre de Alzheimer, que, por cierto, su aparición antes de los 65 años se considera precoz. En el caso de Passarella, su familia desmintió el que esté atravesando por enfermedades como Parkinson o Alzheimer, aunque puede considerarse que es una estrategia para desviar el foco y continuar con una vida tranquila.
A pesar de lo antes mencionado, son pocas las evidencias científicas que ayuden a relacionar la practica del fútbol con la aparición de estas enfermedades. Aún así, comienzan a aparecer algunas medidas de prevención, por ejemplo, en el fútbol inglés, lo menores de 12 años tienen prohibidos los cabezazos, esto para evitar traumatismos en una edad donde los chicos aún se están desarrollando. Si bien no está comprobado que estas medidas tengan efecto, es mejor prevenir que curar.
Para los jugadores amateurs o casuales, es probable que a la hora de dar cabezazos no se encuentren con muchos inconvenientes, y dejando lado algún que otro choque, es difícil que estos les dejen alguna secuela. Sin embargo, en el caso de los profesionales, los cabezazos se asemejan más al método de tortura chino de la gota de agua. Sí, es probable que con 10 cabezazos no les ocurra nada, pero no hay humanidad preparada, por más entrenados que estén, para aguantar miles y miles de golpes en la cabeza a lo largo de sus etapas de formación y carreras como profesionales, a esto hay que sumarle choques, golpes, codazos, caídas y la falta de chequeos médicos habituales, para tener como resultado un cerebro que ha sufrido años de malos tratos y es más susceptible a desarrollar enfermedades.
Lamentablemente, el saber si la práctica profesional de fútbol y el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas están relacionadas, tomará muchos años de investigación, y de ahí en más quedará saber qué medidas se deben aplicar para prevenir el desarrollo de estas. Mientras tanto, pueden aplicar otros métodos preventivos, como el evitar los cabezazos y choques en categorías de formación, y el implementar un protocolo para cuando se produzcan golpes durante los partidos (similar al protocolo de conmoción cerebral de la NBA).