A 26 años de "Adiós, Amigos", el último recital de Los Ramones en Argentina
Por Camila Grah Rossi, 9:22 Hs. Lectura aprox.: 4 min.
Hoy se cumplen 26 años desde el último recital Los Ramones en la Argentina con su gira mundial de despedida titulada “¡Adiós, Amigos!” en el estadio de River Plate. Cómo fue la presentación que recaudó a más de 40 mil personas y qué significó para nuestro país la legendaria banda punk rock neoyorkina
Referentes para una juventud desesperanzada y frágil que fue golpeada crudamente por el historial autoritario de los gobiernos, una tasa alta de desempleos y el estallido de la primera hiperinflación, Los Ramones fueron la banda sonora perfecta: su ruido caótico expresaba deliberadamente la urgencia de los sectores medios y bajos que generó el nacimiento de una alienación tan apasionante y maníaca como la clave futbolera.
Así, el cantante Joey Ramone, el guitarrista Johnny Ramone, el bajista C.J. Ramone y el baterista Marky Ramone tomaron la decisión de despedirse en nuestro país, que sufría la fiebre por la banda y marcó el camino del reconocimiento que poseen en todo el globo en la actualidad. Si bien unos años antes se habían presentado en Vélez junto a Motörhead por el aniversario de 20 años, la grilla del 16 de marzo era digna del festejo de su retiro en cuestión: fueron teloneados por los locales Superuva, 2 Minutos y Attaque 77, y por los alemanes Die Toten Hosen y su coterráneo Iggy Pop en la jornada punk más relevante de la historia argentina.
El show fue casi exactamente el mismo que hacían desde la última década: con alguna rotación a medida que sacaban algún álbum, los Ramones tocaban como disco rallado las mismas canciones en un orden idéntico, dentro de una estructura fija con su escenografía absurdamente minimalista. Tocaron 34 temas en 1 hora y cuarto, incluyendo clásicos, otras novedades y varios de sus covers como I Don’t Wanna Grow Up y My Back Pages, e incluso cerraron con su propia versión de Have You Ever Seen The Rain? . El público fue frenético como siempre, pero esta vez bajo la consciencia de una prematura nostalgia.
“Canciones lindas, chiclosas, hiteras. Rapidez, guitarras motosierra, actitud… lo tenían todo”, recordó Walter “Mosca” Velazquez, miembro de 2 Minutos.
“No llores por mí Argentina”, expresó Joey Ramone al público, haciendo la famosa referencia como analogía y profecía de los múltiples finales que se aproximaban: el de un concierto, el de una banda y hasta el de su propia vida: el cantante sufría de cáncer linfático desde hace 2 años, en ese entonces. “En ese show puntualmente tocaron bastantes temas de C.J. porque directamente Joey se iba del escenario o se quedaba sosteniendo el micrófono cabizbajo y terminaban tocando en trío”, contó Damián “Chino” Biscotti, baterista de Cadena Perpetua a Canal Encuentro.
Pioneros del movimiento punk rock junto The Clash y los Sex Pistols, la banda neoyorkina no se ganó el respeto ni un mayor recibimiento comercial en su propia tierra. Argentina los abrazó con un calor de idolatría que los llevó a sentir el cariño caótico como auténticos mega estrellas: se percataron de este hecho cuando pisaron nuestro suelo por segunda vez después de cuatro años, en 1991, cuando llenaron tres veces el Estadio Obras Sanitarias con 20 mil personas recaudadas en cada show. La “Ramonemanía” se selló desde aquel momento y volvieron religiosamente cada año con más fechas.
Días antes, Coca-Cola aprovechó para posicionarse comercialmente y lucrar con la última llegada de los Ramones. Qué mejor idea que lanzar una promoción de cinco tapitas de su gaseosa a cambio de una entrada para el concierto. Evidentemente fueron incrédulos de la masividad que moverían al llegar el día del canje: se congregaron miles y miles personas en el local de la marca ubicado Florida y Lavalle. Arribado el mediodía, las entradas no lograron abastecer a la multitud y en consecuencia se desató la furia de los fanáticos: rompieron el local de Coca Cola y saquearon otros ajenos alrededor. Hubieron 7 heridos y 14 pibes detenidos. Finalmente, la marca de gaseosa se vio obligada a cumplir en su totalidad lo prometido, notando que los ramoneros no iban a desistir y podría terminar en un marco legal. Al día siguiente se dio lugar al canje de las tapitas en un galpón en Herrera al 1400, barrio de Barracas con un operativo policial de 80 efectivos que conservaron el orden.
Según las palabras de Marky y CJ, luego de enterarse de esto, les pareció que estuvo todo "muy mal organizado". Esta situación se popularizó tanto en los medios que para el día del recital se desplegaron unos 400 efectivos de la Policía Federal en las afueras del estadio, 600 hombres de seguridad puertas adentro y con transmisión en vivo por Telefé.
Un triángulo amoroso y disputas internas desencadenaron permanentes conflictos entre los miembros de la icónica banda acechada por el drama y la tensión palpable fuera del escenario, según cuentan quienes se rodearon con su presencia. Empero, salvaron la última noche bajo la química infernal que liberaban al tocar simplemente el primer verso. Lo demás no importaba nada.